Estamos en año electoral y, dentro de nada, vamos a entrar en la segunda de las grandes citas a las que estamos llamados a participar en este año, las elecciones municipales. Aprovechando la presentación de cada candidatura, hemos asistido a la primera declaración de intenciones de los diferentes partidos. Todos son unos enamorados de su pueblo. Todos están dispuestos a derramar su sangre por él. Todos van a cuidar el pueblo como si de su propia casa se tratara. La verdad es que es una alegría ver las ganas que tienen todos de trabajar por un pueblo bonito, limpio, próspero, etc, etc, etc … Pues bien, llegados a este punto, a mí me gustaría que todo lo que están diciendo no se quedara en pura charlatanería, y quiero que me lo demuestren.
Nos vamos a tirar un par de semanas de infarto. Con mítines, coches músico-cartelísticos a todas horas y, sobre todo, pancartas, carteles y pegatinas hasta en las puertas de los váteres. Y a mí me gustaría preguntaros una cosa: ¿vais a llenar ese peaso de pared del salón de vuestra casa de carteles y vuestros maravillosos muebles con pegatinas con ese anagrama tan bonito de vuestro partido? Estoy seguro que estáis orgullosos de lo bien que os han quedado y es por eso por lo que queréis que todo el mundo los vea. Pero, a mi pregunta, estoy seguro que me vais a responder que no. Pero, entonces, ¿por qué lo hacéis con ese pueblo que habéis prometido anteponer hasta a vuestros intereses particulares?
A mí me gustaría pediros que si tanto lo queréis y tanto pensáis hacer por él, empecéis por poner los carteles en los sitios acondicionados para ello y las pegatinas donde no ensucien.
Y, por último, deciros que «vuestro pueblo» es también «mi pueblo» y el de 13.000 personas más. Y que si el resto de los mortales tenemos que tirar los papeles a las papeleras, recoger las cacas de los perros y mantener el pueblo limpio, vosotros tendríais que dar ejemplo los primeros.
Espero de vuestro buen talante y talento.
José Antonio Maestre Yago