Foto: El latonero en las calles de Aguilar en la década de los 80
Los rápidos cambios producidos durante las últimas décadas por las formas de vida tradicionales han puesto en peligro de extinción y olvido, (si no han logrado hacer desaparecer) trabajos y oficios que un día no muy lejano fueron la esencia de la vida cotidiana laboral durante muchos siglos.
Se han abandonado y perdido de forma irremediable oficios y trabajos y con ellos se ha perdido para siempre un saber y conocimiento ancestral, una forma de cultura imperecedera que desgraciadamente cada vez menos artesanos siguen conservando en sus manos.
El afilador, el carbonero, el ebanista, el latonero, el espartero, el alfarero, el arriero, el calero, el sillero, el cantero, el cabrero, el lechero, el pajaritero, el sastre, el zapatero, el sombrerero, el cosario, el leñador, el aguador, el piconero, etc…, todos estos oficios ya desaparecidos o en vías de extinción son un símbolo de nuestro patrimonio y han formado parte de nuestra historia social más reciente y de nuestra vida cotidiana. Son ya tantos que incluso la Dirección General de Comercio y Artesania, elabora desde hace años con ellos una estadística y calificación de oficios artesanos en vías de extinción.
Con el paso de los años, las costumbres sociales van cambiando y con ellas nuestro modo de vida. Las nuevas tecnologías inundan nuestro mundo laboral y a su sombra van quedando en el camino viejas profesiones relegadas al olvido y al abandono más absoluto, perdiendo su importancia, en una sociedad que desprecia lo viejo, lo caduco y lo inservible.
En el mejor de los casos, estos profesionales fueron sustituidos por máquinas mucho más productivas, en un sistema económico que los aboco a la infalible competencia, hasta que ninguno de ellos pudo ganarse el sustento para poder ir tirando. Hoy mantener su recuerdo, el recuerdo de lo que alguna vez fue imprescindible y necesario en nuestra sociedad, es un acto de deuda moral, con aquellos hombres y mujeres que dedicaron sus vidas a unas profesiones y oficios clásicos, (hoy ya casi desaparecidos), artesanos que ejercieron sus oficios en la mayoría de los casos de forma independiente en sus propios domicilios o en pequeños talleres, formando con ello parte del primer embrión de obreros cualificados a través de los cuales llegaron a conformarse a comienzos del pasado siglo las primeras Agrupaciones de
Trabajadores.