Son muchos los ciudadanos cuya curiosidad se ha avivado durante los últimos días al transitar por la calle Desamparados y Torre. Un complejo despliegue de redondas placas ocultas por opacas bolsas de basura, (todo un dechado de refinamiento), advertían de un cambio de direcciones en el centro neurálgico e histórico de la población.
Debo confesar que, ante tanto ocultismo, no resistí la tentación de levantar, con el mayor disimulo, eso sí, el envolvente plástico. A partir de ahí la intuición me indujo a considerar una hipótesis que finalmente se ha revelado como cierta, cuando por fin las señales han quedado al descubierto.
Efectivamente se trataba de un cambio de circulación en toda regla. Un variación que ha motivado la colocación de tal número de indicadores (muchos de segunda mano), que posiblemente hayamos batido un nuevo Record Gines en nuestro pueblo. Con ellos se ha engalanado la zona más monumental de Aguilar, -a ver quién es el virtuoso que toma ahora una fotografía de la Torre sin que parezca un catálogo de señales de tráfico-, y se ha hecho patente, una vez más, el descuido del Ayuntamiento a la hora de preservar al conjunto patrimonial de elementos que alteren su belleza o contemplación. No es de extrañar pues, con ejemplos como éste y el del llano de las Coronadas, los rebotes que se cogen muchos vecinos cuando se les obliga a respetar normas ornamentales en fachadas, cubiertas, etc.,
Y si la aberración estética producida es ya de por sí argumento suficiente para invalidad la acción que se ha tenido en el entorno de la Torre y Plaza, si valoramos el objetivo del cambio y el beneficio producido en el tráfico rodado, la conclusión no puede ser más negativa.
Después de hacer un esfuerzo especulativo por encontrar los motivos que han originado esta iniciativa, por el disloque de cambios ejecutados, hemos llegado a la conclusión de que todo se ha debido a la idea de dar salida a la Plaza San José por la calle Don Teodoro.
Con independencia de su validez, que analizaremos más adelante, el abrir al tráfico la calle Don Teodoro después de la restauración de su calzada, nos parece una pifia mayor aún que el de las señales de tráfico (para los coches mejor haber dejado los adoquines y aceras). A poco tiempo que transcurra veremos devastado todo el empiedro realizado y maltrechas y sucias las baldosas. Es evidente que la obra se proyectó para mantener la calle peatonal, por lo que el paso de vehículos, además de deslustrar uno de los espacios más bellos de Aguilar, -cordón umbilical de los dos monumentos más emblemáticos del pueblo-, va a suponer lapidar una importante cuantía de dinero.
Y todo esto, según mi opinión y la de muchos ciudadanos, para no resolver absolutamente nada. Todo lo contrario, hemos dificultado el tráfico por la calle Desamparados y hemos complicado la vida a muchos vecinos de la zona. Anular el acceso rodado por el arco de los Desamparados obliga a subir por la calle Granada y la Silera, introduciendo un nuevo punto de peligro en el cruce de las calles Silera y Don Teodoro.
Como dicen en mi pueblo, para este viaje no hacían falta alforjas. Inventos como estos ya se experimentaron en la “Cuesta Pérez” y los resultados son de todos conocidos: varios accidentes, fealdad urbana, cabreo de los vecinos, etc. Un año después la alcaldía dio su brazo a torcer y repuso la primitiva ordenación de la zona. En este caso pasará tres cuartos de lo mismo. Solo espero que esta vez el alcalde sea más sensible a la opinión de los ciudadanos, y a la lógica, y tarde menos en reconocer la equivocación.
Antonio Maestre Ballesteros