Estamos en Semana Santa y hemos querido saber algo más de una de las agrupaciones musicales más antiguas de cuantas salen a la calle en estos días. Se trata de la Capilla del Sepulcro. Para ello, hemos entrevistado a su director, Fernando Chicano Martínez.
Fernando nació en Lucena en 1.946 y empezó con la música a los 4 años. Con esa edad ya tocaba algunas piezas al piano. Su padre era profesor de música, de violín y organista, y fue el que lo metió en ese mundo.
Con 7 años ganó su primer dinero con la música, tocando en un bautizo. Recuerda que, al acabar, subió el sacristán y le dio 25 pts., aunque después, de mayor, se vino a enterar que su padre se lo había dado al sacristán para que se lo diera a él, y así, animarlo con la música.
A partir de 1.956 su padre fundó la Coral Lucentina y él cantaba con ellos. Fernando ayudaba desde pequeño a su padre en las misas, bodas … Estudió la carrera de magisterio y compaginaba su profesión de maestro con sus estudios de piano. Con 22 años ya tenía sus 2 carreras acabadas. Siempre le ha gustado mucho la enseñanza y tiene hechos varios cursos de pedagogía musical. Ha trabajado cerca de 40 años con coros, pero siempre con coros amateurs.
En el año 1.982 consiguió para Lucena que trajeran el Conservatorio y, su padre y él, fueron los primeros profesores. Hoy día el Conservatorio lleva el nombre de su padre “Maestro Chicano Muñoz”.
Además de pertenecer a la Capilla del Sepulcro es organista de la iglesia de los franciscanos y de Santo Domingo de Lucena. También dirige el Coro de la Hermandad del Cristo de la Sangre para los misereres de Cuaresma y, recientemente, ha creado el Coro de la Aurora formado, mayoritariamente, por miembros de la junta directiva de la Cofradía de la Aurora.
-¿Cómo llegaste a Aguilar?
Me enteré que se estrenaba el “Miserere de Aguilar” de Tomás Marco y vine al estreno. Después del miserere, la Capilla cantó los misereres tradicionales de aquí y me encontré con un viejo conocido que era Antonio Pérez, compañero y alumno mío, que me animó a venir por aquí a echar una mano y, poco a poco, fui incorporándome a la Capilla.
-¿Con qué repertorio contáis?
Casi todos los años se estrena algo, tanto misereres como otras composiciones. Hemos pasado, en unos años, de cantar sólo el miserere tradicional de Aguilar a tener un repertorio de unas 20 obras montadas a varias voces, varias de ellas de Antonio Sánchez, también composiciones mías y de algunos de los componentes de la Capilla, como los misereres de José Galisteo y el de Antonio Pérez.
-Además de la Función del Sepulcro, el Descendimiento y la procesión ¿tenéis más actuaciones?
Hemos dado varios conciertos y cantado varias misas fuera de Aguilar. La primera vez que salimos fue a Lucena a cantar una misa de la Agrupación de Cofradías. Al año siguiente, volvimos a ir y cantamos el miserere completo. Hemos ido también al Salón del Cofrade de Córdoba. Este año hemos dado, en febrero, un concierto en la iglesia del Carmen y otro, el 10 de Abril, en Córdoba en la iglesia de la Trinidad.
-¿Cuál crees tú que puede ser el origen de nuestro miserere tradicional?
En las iglesias mayores de cada pueblo solía haber un maestro de capilla, que normalmente era el organista, había también uno o dos sorchantres que cantaban y varios instrumentistas, que normalmente eran instrumentos de viento, y, se supone, que el miserere tradicional sería compuesto por una de esas personas. Aunque, yo personalmente, pienso que más bien sería un arreglo, porque a mí me parece que viene del gregoriano.
-Conocemos muchos misereres, hemos oído hablar de ellos pero…¿qué es realmente un miserere?
Los misereres todos tienen la misma letra. Es el salmo 50 del rey David. El rey se enamoró de Betsabé, que era una mujer casada. Entonces mandó asesinar a su marido, Urías. El profeta Natán, en una visita que le hace, le recrimina su pecado, y David, arrepentido, confiesa sus pecados y pide perdón. Se llama miserere simplemente porque es la primera palabra con la que empieza el texto en latín.
-¿Cuántos componentes forman la Capilla actualmente?
La forman 3 tenores, 5 segundas voces y 6 bajos en cuanto a voces. Y, en cuanto a instrumentos, un violín, una viola, una flauta y un órgano, y para la procesión se agregan dos violines más. Yo hago las veces de organista y director.
Hay que destacar que todas las voces son totalmente amateur y casi ninguno sabe música. Con más voluntad que otra cosa. Tenemos componentes que han nacido en todas las decenas del siglo pasado desde los años 20 a los 80, es decir, desde veintipocos años a más de 80.
– Tú también compones. ¿Has escrito algo para la Cofradía del Sepulcro?
He compuesto varias cosas. El “Crucem tuam”, un miserere y una marcha procesional para banda que se llama “Viernes Santo”.
-¿Cuál ha sido la historia y evolución de la Capilla?
Las primeras noticias que se tienen de la Capilla datan del siglo XVI. A partir de la fundación de la cofradía de la Soledad y Angustias, hacia 1.583, la procesión del Viernes Santo por la noche era acompañada por la capilla de música de la Parroquia, que se contrataba para tocar al Santo Entierro.
Sobre mediados del siglo XX, según testimonios orales, se portaba en la procesión un armonio pequeño de fuelle que acompañaba a las voces. En la década de los 60-70 los músicos todavía eran contratados y se les pagaba 500 pts. por persona. El repertorio era solamente el miserere tradicional y lo que se hacía era que se juntaban una hora antes de la procesión y se ensayaba un poco. Posteriormente, se fueron incorporando más canciones como el “perdón”, “mira ingrato pecador, ”por darme a mí la vida”, etc… Hasta llegar a hoy día que se empiezan los ensayos después de Navidad y duran hasta Semana Santa.
-¿Algo más que quieras reseñar?
Pues hacer un llamamiento a la gente que les guste esto a que se apunten, bien a tocar o a cantar, que es bastante divertido y, por supuesto, que la Capilla siga manteniéndose a un buen nivel.