Diario de un lugareño VII

     Lunes

   Acabo de enterarme que un montón de ayuntamientos y la Iglesia andan de gresca por ver quién se queda con el patrimonio de iglesias, tierras y cantidad de inmuebles que no tienen un dueño claro. En muchos casos han llegado hasta los tribunales y, en otros, el que ha llegado antes al registro de la propiedad se ha quedado con la prenda. Se han dado casos de estar una iglesia en ruinas y llegar el ayuntamiento, ponerla a su nombre, gastarse un dineral en restaurarla, hacer un magnífico espacio escénico y llegar después la Iglesia y reclamar la propiedad. Todo esto está pasando, sobre todo, en Galicia, en Castilla la Mancha y algunas comunidades más.

   Yo, en el caso de los ayuntamientos lo puedo entender. Siempre están a la cuarta pregunta y en sus principios no llevan el regalar nada, sino recoger para repercutirlo después en los ciudadanos. En cambio, la Iglesia entre sus principios más importantes tiene el dar en vez de recibir. Jesús, que es el único al que tendríamos que escuchar los cristianos, dijo: “Dejadlo todo, y seguidme”. Ese “todo” se refería a cosas materiales y personas. A ver, ¿qué parte de “dejadlo todo, y seguidme” no ha entendido la Iglesia?

     Miércoles

   Hoy me han dado un chivatazo, se ha puesto a trabajar todo nuestro equipo de investigación y hemos resuelto todas vuestras dudas sobre el nuevo aparcamiento subterráneo de la carretera.

   Según nuestras investigaciones, hay un pequeño detalle que se nos ha pasado por alto. Al soterrar los contenedores de la basura, tiene que venir un camión mucho más grande que el que venía antes. El pueblo está limitado a camiones de un peso determinado. Pues bien, el nuevo camión de la basura duplica el peso permitido para circular por Aguilar, con los consiguientes destrozos que está causando en distintas zonas. Y vosotros diréis: ¿qué tiene que ver el camión de la basura con los nuevos aparcamientos? Pues os lo voy a aclarar ya mismo. Por supuesto, ante este problema el ayuntamiento ha puesto a todos sus técnicos a trabajar y han encontrado una solución. No son pistas de aterrizaje de ovnis, no son jardineras ni piscinas, ni nada parecido.

   Está a punto de salir un bando en el que todo quedará aclarado. En este bando se nos insta a todos los vecinos, con la excusa de promocionar el deporte a todas las edades, a que demos un paseo y llevemos nuestras bolsas de basura a estos nuevos contenedores redondos. Ya se pondrán normas para que todos no las llevemos a la vez. Nos damos un paseíto, hacemos deporte, llevamos allí la basura y el camión no tiene que entrar, sino que la recoge fuera del casco urbano. Están planteándose, pero estas son medidas que no están concretadas todavía, dar un vale, cuando entregues tu bolsa, para un café, un dulce o una entrada para la Cata (jejeje) pero, repito, eso está en estudio.

   Pues ya tenéis solucionado el problema. Este ha sido el trabajo de investigación de esta semana. Mientras tanto, tened cuidado de que no os pille el camión de la basura que, por ahora, seguirá destrozando nuestras calles.

     Sábado

   Hoy he estado en la gasolinera de arriba. Claro está que para entrar he tenido que pasar por el, tantas veces denunciado, doble paso de cebra elevado que hay en la puerta del Mercadona, con tan mala suerte que, como era sábado por la tarde, estaba a reventar y el aparcamiento estaba escaso. A un lugareño no se le ocurrió otra cosa que aparcar pillando parte del paso de cebra e-le-va-do. Yo llegué despacito, intentando dar de lado al coche aparcado, y me metí de lleno en el escalón que remata dicho paso. Tras el “cataclock” correspondiente se me pasaron por la mente las familias del que ha rematado eso así y la del dueño del coche. Sus padres, sus abuelos, los que faltan a caballo, de todos me acordé. Hasta de todos los santos del cielo, y que Dios me perdone si me dejo alguno atrás. Me paré en la gasolinera, eché la foto que ilustra este artículo y, mientras echaba la foto, algunos más cayeron en dicha trampa infernal.  Todos llevaban la misma cara, y creo que hasta en los pensamientos coincidíamos. Todos nos hemos acordado del amo del coche y del que ha hecho el escalón. Desde aquí, hago un llamamiento a todos los lugareños y lugareños a que tengan cuidado con las diversas trampas que el ayuntamiento nos va poniendo. Yo creo, después de darle muchas vueltas, que son ya demasiadas coincidencias. Y he llegado a la conclusión de que estamos siendo un pueblo de pruebas de Nintendo o de PSP. Están probando con nosotros un juego nuevo que trata de circular por Aguilar, ir sumando puntos a base de dar de lado a las trampas, cortes de calles, obras etc. ¿Qué os apostáis?

     Domingo

   Estaba en mi casa, eran las 3 de la mañana de la noche del sábado al domingo y empecé a oír voces y ruidos en la calle. Es normal, pensé, vienen los chavales del botellón y van como van. Me asomé y vi pasar a un par de chavalas de unos 16-17 años que iban para arriba descalzas. A unos 20 metros, unos 4 ó 5 chavales de la misma edad que las seguían y hablaban a voces con ellas. Se ve que se conocían. Dos de los chicos se entretenían en hacer de la calle Carrera una pista americana e iban subiéndose en los coches por el capó, pasaban al techo y después al suelo. A la altura de mi casa le dieron a uno ganas de orinar. Ni corto ni perezoso se puso a orinar sobre un coche allí aparcado. Los otros le reían sus gracias como si lo fueran. El gracioso les dijo que si aquello les alucinaba verían lo que iban a alucinar cuando acabara. Cuando acabó, le pegó una patada al retrovisor del coche. Siguieron para arriba y a los 10 metros le pegó otra patada a otro retrovisor, que necesitó de una segunda patada para romperse. Yo ya llevaba un rato pensando en llamar a los municipales pero pensaba que tampoco habían hecho nada grave hasta lo de los espejos y que, por poco que tardaran en venir, irían ya por lo alto de la calle. Cuando vi lo de los retrovisores les pegué un par de voces y dejaron de hacerlo. No logré reconocer a ninguno, estaba algo oscuro y desde un 2º no se ven bien las caras. Lo que sí estaba claro es que eran niños que vestían bien, de familias normales, seguramente en su casa les tendrán por niños modelos. Yo no sé lo que se habrían metido pero iban transformados, se veían graciosísimos a sí mismos. Lo que ellos no veían era que han necesitado meterse en el cuerpo cualquier cosa para ver este mundo gracioso, que, en realidad, lo que son unos cobardes que se emborrachan para ser capaces, cuando no hay  nadie en las calles, de hacer daño y, si les pilla la policía, llamarían a papá para que les defienda y les saque del apuro. Porque papá nunca creerá que su niño haya podido hacer eso. Se creen muy hombres y no son nada más que unos vividores, unos inútiles, unos niñatos que se lo han dado todo en la vida y creen que, lo mismo que en su casa les pertenece todo, el mundo está a su disposición y gira en torno a ellos. Quizás tenga, también, su parte de culpa el botellón. No son capaces de tomarse un cubata, se tienen que tomar cuatro, cinco o diez, porque  los del bar están muy caros. Si no se los toman no se ponen “graciosos”. Y eso sin contar, que cuando vas de botellón, hay que dejarlo todo rociado, vasos, botellas, … forma parte de la filosofía del botellón. Y después, a divertirnos rompiendo lo que encontremos a nuestro paso, desde el castillo hasta los pisos. La calle Carrera y la calle Andalucía son la ruta preferida del destrozo. Todo vale, un espejo, una jardinera, lo que sea. El caso es seguir la diversión. Y no me vale que la policía o la sociedad no pongan los medios necesarios para remediarlo ni nada de eso. De las cosas tiene la culpa el que las hace y nadie más.

   Pues sí, amigos lugareños. Niños bien, estudiados, educados, que se transforman, gracias a lo que toman, en vándalos, cobardes, drogadictos, borrachos, malabaristas, conductores suicidas, ladrones, incluso en asesinos, y, a la mañana siguiente, darán los buenos días, pondrán cara de buenos, estarán cariñosos con su familia, como si nada hubiera pasado.

   Raro es el sábado que no hay algún episodio de estos. Quizás algún día me suba la cámara y os lo cuente con imágenes. A ver si, entre todos, les quitamos un poco las ganas que tienen de divertirse, jodiendo a los demás.

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