El otro día andaba yo por la calle, concretamente estaba a punto de cruzar por el paso de cebra que lleva ala Tascadel Teto, y me llamó la atención el comportamiento de una ciudadana. Ahora que tenemos un elevado número de papeleras por gran parte del pueblo (medida que, a mi entender, fue un acierto en su día por el equipo de gobierno de Aguilar) resulta que no le damos uso. Iba una mujer paseando con su hijo o nieto, el cual iba comiéndose un helado, y cuando éste terminó, la madre cogió el envoltorio y lo tiró al suelo, debajo de uno de los coches que había aparcado en batería, pero lo que me pareció más curioso fue que a no más de10 metrostenía una de las nuevas papeleras que se ubicaron en su día, la que está al lado del buzón que hay en esa esquina. Entonces pensé “Joder, ¿tanto le costaba a esa mujer llevar el envoltorio en su mano 10 segundos y tirarlo en su sitio?”, pero todavía me sorprendí más cuando miré al suelo de los alrededores y estaba bastante sucio, con numerosos envoltorios, bolsas y desperdicios en general. En fin, que, aunque me llamó la atención, en realidad no le hice mucho caso, “Total, ¿quién no ha hecho eso alguna que otra vez?, incluso yo”, fue lo que pensé.
La cuestión es que esta misma noche me ha ocurrido algo que me ha terminado de encender. Esta tarde he estado pasando el día bañándome… vamos, disfrutando de mi corto período estival y venía muy cansado, y cuando me estaba preparando la cena me he dado cuenta que la bolsa de la basura estaba ya llena y he ido a tirarla a los nuevos contenedores que se pusieron por nuestro pueblo (medida que, a mi entender, fue un fallo del equipo de gobierno de Aguilar). El caso es que cuando llego, me encuentro que la tapa del contenedor de los orgánicos estaba abierta y con una bolsa dentro, por lo que creí que estaba atascada, pero no, lo que había pasado es que un/a individuo/a había ido a tirar la basura y como la bolsa era un pelín más larga de lo que da de sí la tapadera del contenedor, pues a esta persona no le hizo mucha gracia la idea de girar la bolsa 90º de forma que así entrara, vamos que no hay que ser un Einstein ni un Newton para pensar eso, lo que pasa es que es más cómodo pensar “¡bah!, el próximo pringao que la tire si quiere”. Total, que con lo cansado que yo venía y el dolor de cabeza que tenía, he tenido que soltar mi bolsa, desenganchar la otra, meterla bien, tirarla, y después tirar la mía. A ver, si no es que me vaya yo a partir del esfuerzo, pero me ha dado mucho coraje que la gente tenga tan poco respeto por el resto de vecinos, cuando encima es algo que no nos cuesta nada.
Por supuesto que no quiero generalizar, seguro que hay más gente cívica que no cívica, pero estos comportamientos me hacen ver que muchas veces lo que pasa es que hay falta de civismo por parte de algunas personas.
Cristóbal Jiménez Jiménez