Remedios Varo y Uranga, hija del ingeniero don Rodrigo Varo, natural de Cabra, y doña Ignacia Uranga, era la séptima generación de don Rodrigo de Varo y Antequera (1631-1679), fundador del convento de Carmelitas Descalzas de Aguilar. Nacida en Anglés (Gerona) en 1908, su vida estuvo marcada por un continuo deambular, ya fuera por la profesión de su padre, sus estudios o las guerras española y europea. Huyendo de ellas se estableció primero en París y finalmente en Méjico donde consolidó su carrera artística como pintora y desarrolló el vasto de su producción. Estilísticamente, su obra se alineó en el surrealismo.
A lo largo de su vida Remedios Varo tuvo en alta estima su ascendencia, algo que indirectamente la relaciona con nuestro pueblo. Como revela su biógrafa, con frecuencia refería un “plan de retirarse cuando fuese vieja y estuviese achacosa”. A propósito de ello “hablaba reiteradamente a sus amigos de un convento de monjas carmelitas que había en Aguilar de la Frontera, una villa al sur de Córdoba, en España, fundado por un antepasado suyo, donde pensaba pedir asilo si las cosas se ponían mal.” Su familia, y luego ella, conservaba un manuscrito donde se relataba la historia de la fundación del convento con una biografía de don Rodrigo de Varo y Antequera pero que se perdió durante la guerra civil. Actualmente se guarda “una copia mecanografiada, fechada el 29 mayo, 1917” en el archivo Gruen. Fue Walter Gruen el compañero de Remedios Varo durante sus últimos años y quien facilitó los medios y el ambiente propicios para que ella pudiera desarrollar su trabajo como pintora. Desgraciadamente, Remedios no tuvo oportunidad de poner en práctica ese plan de retiro ya que murió, inesperadamente, en octubre de 1963.
No hay constancia de que Remedios Varo hubiese visitado nuestro pueblo. Aun habiendo existido esa posibilidad durante el tiempo que vivió en Algeciras cuando era niña no parece que así hubiera sucedido ya que, seguramente, lo hubiera recordado y, por tanto, referido en relación a la historia de don Rodrigo de Varo. Quien sí lo hizo fue su biógrafa, Janet A. Kaplan, profesora de Historia del Arte y de Museografía en el Moore College of Art and Design, de Filadelfia, que durante ocho años viajó por España, Francia, Marruecos y Méjico recogiendo información acerca de Remedios Varo entre sus familiares y amigos, trabajo previo a la redacción de su libro Viajes inesperados: el arte y la vida de Remedios Varo. En el apartado Notas de dicho libro aparece que en marzo de 1985 se entrevistó con una “monja sin identificar” de nuestro Convento de Carmelitas Descalzas quien explicó “a su inesperada visitante la severa regla de clausura de su convento, desde detrás de un pequeño torno –la única abertura en un muro que por lo demás era impenetrable, a través del cual se podían pasar objetos y podían hablar dos personas pero sin que fuese posible el más mínimo contacto físico o visual” De esta experiencia Kaplan deduce que “es como una ironía del destino que la última visión de seguridad de Remedios Varo la fuese a llevar de nuevo hacia el catolicismo que tan inexorablemente había rechazado” y que “no había posibilidad de refugio para ella en el convento de carmelitas descalzas de Aguilar de la Frontera, pues la orden, de penitencia y totalmente de clausura, está enteramente cerrada al mundo exterior. Como explicó una de las monjas, una voz incorpórea que hablaba a su visitante desde detrás de un muro infranqueable, a pesar de que veneran la memoria de don Rodrigo –del que conservan la calavera y un retrato que tienen permanentemente expuesto- ninguna mujer mundana, aunque se llamase Varo, podría esperar que la abriesen la puerta.”
Seguramente, personas cercanas al convento pudieran poner nombre a esa “monja sin identificar” que en 1985 atendía el torno. Sin duda, el tono y el sentido de la respuesta que dio a Kaplan hay que entenderlo bajo el prisma de una mentalidad muy concreta incluso para ese tiempo, más bien acorde con la época del fundador que, precisamente, antes de hombre piadoso se caracterizó como hombre mundano. Ese fuerte contraste propio del barroco tiene precedente en muchos de los santos canonizados por la Iglesia: San Agustín, San Francisco de Asís, San Bernardo de Clarabal, San Anselmo de Canterbury o, en otro nivel, nuestro Fray Juan del Santísimo Sacramento, autor de la pintura de San Roque que luce en la iglesia de las Descalzas y que, quizá, pudiera haber admirado Kaplan en su visita. La Iglesia no tenía reparo en admitir esa evolución e incluso presentarla como edificante pero no existe paralelismo en el caso de la mujer que, como muestra de piedad, puede ser redimida pero no elevada al status de Santa. Desde luego, y salvando las distancias, no iba a ser diferente para Remedios Varo a la que, además, no se le conocía ese tipo de conducta un tanto desconcertante. Bien claro, pues, lo tenía nuestra paisana en su respuesta a la investigadora. Por otro lado, desconocemos la manera en que Varo imaginaba integrarse en la vida del convento, si como una monja más o como huésped distinguida a la manera de las damas de alta sociedad de otro tiempo.
En aquella ocasión, Kaplan también acudió al local de un “ barbero de la misma ciudad andaluza que interrumpió repentinamente un corte de pelo para vender a su imprevista visitante extranjera un ejemplar de la historia de la localidad, sacándolo de una caja de debajo del mostrador.” En este caso, creo que todos reconocemos a nuestro querido maestro Requena, barbero además de entrenador de fútbol y vendedor de prensa. Por entonces, también vendería ejemplares del libro “escrito por un médico local retirado, doctor don José Palma Varo, Apuntes para la Historia de Aguilar de la Frontera, (en colaboración con don Francisco Javier Zurera Varo), Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, España, 1979”. Puede que Kaplan se sorprendiera por encontrar, de pronto, dos apellidos Varo en la producción de un libro que, entre otras cosas, reproducía la historia que venía buscando al punto de pasarle desapercibidos los otros dos colaboradores: José Antonio Sicilia Cañadillas y Juan José Poyato Sánchez.
En cuanto a la supuesta herencia de Remedios Varo aún queda mencionar una referencia a nuestro pueblo. Según manifiesta alguien de la familia en Aguilar, Ferdi, en su blog elpastelerodemadrigal, “Hace ya veinticinco años por lo menos, nuestra tía,(nombre omitido) esposa que fue de nuestro tío, (nombre omitido), con su habitual simpatía comentaba a la familia que había un abogado americano que estaba buscando a unos Varo, de Aguilar de la Frontera, para donarles una herencia importantísima de una Varo que había muerto en Méjico, riquísima, y que era pintora.” Según su sobrina y única familiar directa viva, la también pintora radicada en Valencia Beatriz María Varo Jiménez, el juicio fue promovido por Walter Gruen y a través de la embajada de Méjico en España se intentó localizar a los posibles parientes de la pintora mediante anuncios en la prensa española. Una vez enterada, contrató los servicios de un bufete en Méjico y resultó declarada como única y universal albacea de la sucesión de bienes de su tía, Remedios Varo. Tras una apelación del Instituto Nacional de Bellas Artes, de Méjico, la obra fue declarada monumento artístico mejicano y el caso ha quedado en suspenso a la espera del dictamen de otras instancias judiciales. Mientras tanto, sigue en Ciudad de Méjico, en el Museo de Arte Moderno a quien la donó en el año 2000 Walter Gruen. Hay que decir que Méjico, el país de acogida de Remedios Varo, la consideró como pintora mejicana, una de sus artistas más notables y ha mimado su memoria en todo momento. Muy al contrario, en su país natal, España, Remedios Varo es una gran desconocida y donde, según parece, la única exposición retrospectiva se organizó en 1988.
No queda sino mostrar al personaje, Remedios Varo, en un documental que en su día emitió la 2TVE en marzo de 2004. Aunque no se menciona nada relativo a la predilección por su antepasado aguilarense, en él conocemos una mujer y artista interesantísimas.
Una muestra de su obra. La música, de la banda sonora de American Beauty, de Thomas Newman, subraya a la perfección lo que vemos.
http://www.youtube.com/watch?v=sV_TPGDP0cY
Y, sobre todo, el libro de Janet A. Kaplan, Viajes inesperados: el arte y la vida de Remedios Varo, de 1988 y reeditado por Ediciones Era, 2001, que nos ha revelado esa relación Remedios Varo-Convento Carmelitas Descalzas-Aguilar y que generosamente se puede visitar en esta dirección:
Nota: Las frases y textos entrecomillados y en cursiva pertenecen al mencionado libro de Janet A. Kaplan, Viajes inesperados: el arte y la vida de Remedios Varo, de 1988 y reeditado por Ediciones Era, 2001, por una parte, y a una referencia familiar del blog elpastelerodemadrigal.
Francisco Flores Lucena