Martes 6 de Marzo “¿Y tú de qué vas?
¿Habéis oído alguna vez la expresión: “fulanita va emperchá”? ¿Alguno de vuestros hijos os ha dicho que los estáis mermando? Estas son algunas de las expresiones que usan nuestros hijos para referirse a que una chica va “colgada” de otra porque no tiene con quién irse o porque es su hermana pequeña y va, podríamos decir, “de escopeta”. Pues esa persona va emperchá. El otro día un chaval intentaba saltar un padrón y su madre, temiendo que pudiera caer, le apuntaba que no saltara, que estaba muy alto. El chaval, con ganas de aventura, contestó a la madre: “mamá, me estás mermando”. Refiriéndose, naturalmente, a que su madre lo estaba coartando. Otra de las palabras hace unos días que la escuché también de boca de un adolescente. Estábamos comiendo y le hice un comentario de lo buena que estaba la comida, con lo que quedó un poco pensativo y asintiendo con la cabeza dijo: “manteca”. Me dejó un poco descolocado hasta que alcancé a entender que lo que quería decir era algo así como “dabuten”, “guay”. La comida estaba “manteca”. Es alucinante cómo enriquecen nuestros adolescentes el lenguaje. Por un lado, le pegan una patada al diccionario y a todas las gramáticas juntas con el idioma de los móviles y, por otra, se inventan palabras nuevas que, quizás dentro de unos años, lleguen a formar parte de nuestros diccionarios. Así que ya sabéis, no mermad a vuestros hijos ni os emperchéis y, si os preguntan si algo está bueno, nada de “guay” ni palabras obsoletas propias de carrozas. Responded: “manteca”, que hay que modernizarse. Jejeje…
Jueves 8 de Marzo “¿Cena más copa o copa más cena?”
Hoy nos hemos juntado seis amigos a cenar en un conocido restaurante de nuestro pueblo. Después de la comida, nos hemos tomado una copa en un pub no menos famoso. En el restaurante, hemos optado por comer a base de raciones. La cena ha consistido en unos 8-10 platos bien elaborados y repletos acompañados de sus correspondientes bebidas que, a 2-3 consumiciones por persona, hacen un total de unas quince bebidas. Tras todo esto, unos postres caseros y unos chupitos pusieron la guinda a una espléndida cena. Pedimos la cuenta y ascendía a unos 75 €. Pagamos y nos dirigimos a un pub para acabar la noche tomándonos una copa. Pedimos seis combinados que, tras dar buena cuenta de ellos, pagamos unos 24 € y nos fuimos a otro pub a seguir con la noche. Aquí es donde viene mi reflexión: ¿cómo puede costar una buena cena, en calidad y cantidad, con todo el trabajo que ello conlleva 75 € y 6 cubitos, 6 chorreoncitos de alcohol y 6 refrescos pueden costar 24 €? Que conste que yo soy de la opinión de que, mientras la gente los pague, lo que tenían que hacer es ponerlos más caros todavía. Pero la verdad es que esa noche me quedé un poco desorientado.
Sábado 10 de Marzo “Mil maneras de morir”
Hace unos días me desperté con una noticia que me puso el vello de punta. Dos hombres habían quedado en la casa de uno de ellos para disfrutar de una noche llena de lujuria y desenfreno sexual practicando sadomasoquismo. Hasta ahí puede ser todo normal, pero lo que no es normal es en lo que acabó tanto derroche de placer. Alguien avisó a la policía y, cuando entraron en la casa, lo que vieron era indescriptible. Uno de ellos había desmembrado al otro y, algunas partes, las había cocinado y se las había comido. Al autor de semejante “práctica sexual” lo encontraron en una habitación en la que había intentado suicidarse, sin conseguirlo. Me imagino que, borrachos de tanto placer, el tema del sadomaso se les fue de las manos y pasó lo que pasó.
Hoy en día se puede matar por todo. Hay todo tipo de razones para hacerlo. “Lo maté porque le gustaba” podría decir nuestro amigo anterior, “la maté porque era mía” dicen otros, “lo maté porque no pensaba lo mismo que yo” dirían otros. Cualquier razón parece buena para quitar la vida a otra persona. Entre los que argumentan “la maté porque era mía” hay muchos que, tras el asesinato, intentan suicidarse, también sin conseguirlo. Lo fácil que es matar a otra persona (que se lo pregunten a de Juana) y lo difícil que es matarse uno mismo, será que no le ponen el mismo empeño. Seguro que ninguno ha probado a pegarse ochenta puñaladas o a tirarse desde un 5º. Además, si se ahorraran de matar no les entrarían remordimientos y se ahorrarían de hacer el paripé de intentar suicidarse. Ya que tienen narices para una cosa, que las echen para la otra. ¿Es que nadie ve el programa “1.000 maneras de morir”? Jejeje.