Con la luz radiante que ilumina las tardes precursoras del verano, se inició la tradicional procesión del Corpus Cristi en la jornada del domingo 10 de mayo. La monumental custodia de plata que labrará el orfebre cordobés, Manuel Aguilar, allá por las primeras décadas del siglo XIX, se adornaba, una vez más, de espigas y racimos de uvas, para simbolizar los dos elementos que fundamentan la simbología del cuerpo y sangre de Cristo para los católicos, y salir así a la calle para proclamar el Misterio de la Consagración. .
Plata repujada y lustrada, da cobijo y porta al viril que centra la mirada y devoción de los fieles que acuden a la solemnidad del Sacramento, mientras Éste recorría las calles engalanadas de alfombras de flores y guirnaldas, acompañado por niños y mayores, en la anual proclamación de fe pública que constituye esta procesión.
Típico es en este desfile, sin duda, la bulla de padres y madres que rodea a los/as niños/as vestidas de comunión, las representaciones cofrades, las autoridades, el clero, el calor sofocante de la tarde, y como no, las notas de la Banda Municipal de Música que envuelven y enriquecen con sus sones esta tradicional celebración religiosa cargada de simbolismo.