El hechizo de la poesía y el embrujo de la música se dieron la mano en la noche de ayer para recordar al poeta predilecto en el monumental espacio de la plazuela de los Desamparados, con la esbelta Torre del Reloj como testigo y el cielo encendido de estrellas como sortilegio para enaltecer la vida y la obra del rapsoda aguilarense .
Sobre la calidez de la piedra vieja que sustenta los muros del restituido templo dieciochesco, volvió a la vida la efigie del Vicente eterno: del niño apresado por la musa de la lírica; del poeta joven asido a la palabra escrita; del poeta en plenitud ofrecido al sacrificio de la vida; del poeta trovador y juglar del destierro asumido; del poeta rebosado de madurez; del poeta en el ocaso de su existencia…………..,
Vicente Núñez añorado en la poesía que evoca a la gloriosa Ipagro subliminada en el verso, a la Poley resurgida en el universo ochavado de la Plaza de San José, al Aguilar perenne encumbrada sobre las teselas de su dilatada historia. El Vicente de las calles sesteadas y mudas, de los rincones sombríos blanqueados de cal; el Vicente embriagado de aromas gozando del verso destilado en la atorada soledad de la taberna del Tuta….., .La noche se hizo ayer prodigio para recordar al artista, al sabio, al genio….al poeta que se fue y perdura enérgico en la memoria; al poeta que inmoló su alma para eternizarla por siempre en el pueblo que le vio nacer.
Magistral acto desarrollado en una liviana noche de vísperas del verano pleno, para conmemorar el décimo aniversario de la ausencia corporal del poeta, cuyo guión y dirección corrió a cargo de Francisco Cabezas Pérez, con la intervención de Ricardo Llamas, Rafael Guerrero, Mari Carmen Cañadillas, Carmen Corbajo, Mari Tere Postigo, Mari Carmen Reyes y Mari Carmen Lucena. Magnifico el concierto de piano a cargo del Luís Alberto Fernández Pericet. Enhorabuena a todos.
Antonio Maestre Ballesteros