Desconocida para muchos, y olvidada por todos, esta fuente ha alcanzado en los últimos meses cierto protagonismo mediático local, sobre todo a raíz del descubrimiento de partes constructivas de la primitiva fuente con ocasión del corrimiento de tierras que provocó la riada del año 2010, generándose además una preocupación permanente ante el riesgo cierto de que pueda ser expoliada la cantería aparecida. Como ocurre con la mayoría de las demás fuentes del pueblo, su historia permanece oculta, conociéndose sólo algunos aspectos mínimos que impiden establecer una cronología certera de la antigüedad y vicisitudes experimentadas por este venero a lo largo del tiempo.
Ante los escasos datos documentales hallados, sólo podemos considerar la hipótesis del origen en base al nombre que recibe -Gutiérrez-, que con toda probabilidad derivó del apellido del dueño de la finca donde se halla ubicada. Las noticias recopiladas constatan la existencia en este paraje también de un cortijo con la misma denominación (cortijo de Gutiérrez), ya desaparecido, y la de una huerta (huerta Gutiérrez), que existió en las inmediaciones de la fuente hasta hace varias décadas.
Los legajos consignan que el apellido que da nombre a la fuente proviene de uno de los linajes más nobles de Aguilar, cuyo establecimiento en el pueblo puede fecharse en los inicios del siglo XVII, vinculándose su genealogía, presumiblemente, con una casa nobiliaria en Extremadura, concretamente en Villafranca de los Barros, bien con diferentes denominaciones como Gutiérrez, Gutiérrez de la Barreda o Gutiérrez de Salamanca, pero siempre con un origen común, en lo que se refiere a la Casa de Extremadura y concretamente a la afincada en Villafranca de los Barros.
El primer Gutiérrez de Salamanca que llegó a Aguilar pudo responder al nombre de Manuel Gutiérrez de Salamanca y Rivera, que casó con la aguilarense Luisa de Valenzuela en el año 1612. De este matrimonio nacerían varios hijos, siguiendo el linaje Antonio Gutiérrez de Valenzuela y Salamanca, que nace en Aguilar el 8 de enero de 1615. Éste, casó con Isabel Fernández de Toro y Pino el 3 de mayo de 1635, siguiendo el linaje su hijo Francisco Gutiérrez de Salamanca y Valenzuela Fernández del Toro.
De todos es conocido que dicha estirpe daría a la historia varios nombres ilustres, destacando en el siglo XVIII el de Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca, arquitecto emparentado con importantes familias nobles, y él mismo, un rico terrateniente, que encarnaba el prototipo de sabio de la época con su manifiesto interés para la agricultura y otras obras de beneficio público, especialmente la arquitectura. A él se debe el proyecto de la Torre del Reloj, la Plaza de San José, distintas casas solariegas del pueblo, y otras muchas obras locales de interés.
Sólo como hipótesis planteamos que éste Gutiérrez de Salamanca fuese ya propietario por herencia o adquisición del cortijo de Gutiérrez, ubicado en la cercanía de la fuente. Como no conocemos la antigüedad de su fábrica, no podemos aseverar que estuviese ya construida por ese tiempo, aunque los elementos de cantería descubiertos recientemente podrían fecharse, con oscilaciones, en ese siglo. Como conjetura sin base documental cabría la pregunta: ¿Pudo participar en el diseño de construcción de la fuente el propio Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca, como arquitecto y dueño de estas tierras?.
La colocación de la fuente debió realizarse para el afloramiento del antiguo venero existente en este lugar. También podríamos destacar como miembro del linaje en el siglo XIX al primer Marques de Senda Blanca, Rafael Carrillo de Albornoz y Gutiérrez de Salamanca. Precisamente el título del marquesado, “Senda Blanca”, proviene de la denominación del paraje y tierras de las que eran propietarios los Gutiérrez de Salamanca desde siglos atrás, en las que se incluía el venero de la fuente.
La importancia estratégica que tuvo este lugar en siglos anteriores, al encontrarse en las inmediaciones del camino que llegó a considerarse como parte de la carretera a Málaga desde la Cuesta del Espino, justificaría el que se obrase la fuente como abrevadero de ganado, aunque se conoce que también se utilizaron para surtir un lavadero público, y posteriormente como alberca para regar la huerta que existió en sus inmediaciones.
Sí parece probado, a tenor de los distintos elementos constructivos que se conservan, que la fuente originaria fue sufriendo distintas alteraciones en base al uso que se dió a sus aguas, y que la última se produjo en la década de los años Ochenta del siglo XX, cuando se techó la alberca. Las generaciones actuales desconocían que pudiese haberse conservado oculta la primitiva fuente hasta la correntía de tierras que la puso al descubierto, circunstancia que agrava su deterioro y urge tomar la decisión de cómo actuar en la misma.
Antonio Maestre Ballesteros