Aguilar de la Frontera (I Parte) La Dictadura de Primo de Rivera. “Nación, Iglesia, Rey”

     Autor: Rafael Espino Navarro          

 La oposición al golpe fue muy escasa. La opinión pública española acogió el golpe con agrado o indiferencia. La burguesía católica y los sectores industriales y mercantiles así como las clases medias estaban muy satisfechas, ya que el nuevo régimen se esforzaría en superar el lastre heredado de la Restauración. Pero, salvo algunos logros espectaculares, los resultados fueron a la postre, en general, muy modestos. En este sentido, su instauración generó un clima de esperanza e ilusiones, por lo que de nuevo representaba, (romper con todo lo anterior), así sus expectativas, desorbitadas en muchos casos, al final resultaron absolutamente contradictorias entre sí. En el mundo obrero, los socialistas no ofrecieron resistencia e incluso en contadas ocasiones colaboraran con el régimen; comunistas y anarquistas serán los únicos que se opusieron de forma abierta al mismo.

La Dictadura se benefició de una buena coyuntura económica. La economía creció gracias a las medidas destinadas a fomentar la industrialización con el intervencionismo estatal y a mejorar la agricultura y el comercio exterior. Hubo un extraordinario desarrollo de las obras públicas y las infraestructuras. Se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales intercalando la represión con la negociación y el paternalismo. Los socialistas de UGT participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). El régimen marginó a los sindicatos católicos.

El Partido Socialista cuyo líder era Fco Largo Caballero, colaboró aunque dentro del partido habían sectores anti colaboracionistas, como el partido humanista y liberal de Fernando Ríos o los que estaban en contacto con el republicanismo (Indalecio Prieto)(27). A partir de 1927 se rompió la colaboración. Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha). En cualquier caso esta colaboración resultó un tanto extraña, por un lado se daban situaciones tan anómalas como la aceptación de concejales socialistas en algunas corporaciones primo-riveristas y por otro lado la participación socialista en acciones de protestas y reivindicativas populares hacia la dictadura. Esta situación no se prolongó en exceso y pronto comenzó a debilitarse a partir del año 1927, sobre todo debido a la impopularidad del nuevo régimen.

La actitud de colaboración puntual por parte de los socialistas al nuevo régimen, así como la dura represión policial fueron factores que también tuvieron su importancia en la disminución de las reivindicaciones sociales obreras

De esta manera crecieron los opositores al régimen (republicanos, anarquistas, comunistas, nacionalistas, y también los antiguos partidos de la Restauración) y la conflictividad social disminuyó considerablemente fundamentalmente debido a la legislación social impuesta por el nuevo régimen y basada en una disciplina férrea que reprimió a los sectores obreros más revolucionarios poniendo de esta forma final a las reivindicaciones sociales vividas durante los últimos años de vida “constitucional”.

Inmediatamente después de hacerse con el poder, el general Primo de Rivera declaró que los males de España radicaban en el caciquismo rural (la persecución de los caciques trajo problemas porque eran los dueños de la tierra y al abandonarla esta dejó de producir). Se dieron casos de corrupción en sustitutos de los caciques y se creó un juzgado especial para perseguir los delitos de conspiración y corrupción. Esta política de aplicación de la mano dura a la oligarquía y al caciquismo fue un fracaso porque habían desaparecido algunos caciques pero, en muchos casos, habían sido sustituidos por otros nuevos y el desguace del caciquismo no se consiguió de forma definitiva, ya que el mismo se transformó en un sistema clientelar y de favor que perdurará hasta la transición. Se pretendió en este mismo sentido librar la vida municipal del caciquismo tirano y del centralismo avasallador, sin conseguirlo ya que esto implicaba reformas administrativas verdaderamente transcendentales que jamás se pusieron en práctica.

De forma conjunta a la desaparición del caciquismo los tres grandes problemas a nivel social que el Directorio de la dictadura quiso atajar fueron la elevación de los precios de las subsistencias o alimentos de primera necesidad, la vivienda y la crisis del trabajo.

Para garantizar la paz y el orden el nuevo régimen creara el Somaten Español, en un intento de controlar y sofocar los disturbios y protestas de los centros obreros, y decididamente garantizar los intereses de los grandes propietarios agrícolas.

El régimen de Primo de Rivera, trajo incontables mejoras económicas y sociales debido a la aplicación de la siempre socorrida formula de enfrentarse a los graves problemas sociales y al desempleo mediante construcción o reparación de obras públicas con las que proporcionar trabajo a los parados ( en Aguilar, se construye la muralla de la Membrilla, se emprende la construcción del nuevo cementerio municipal (1929), se remodela la plaza de abastos incorporando a la misma algunos elementos arquitectónicos de la época y se emprende también la remodelación del paseo de Las Coronadas y se procede a pavimentar la mayor parte de las calles de la localidad y por fin se logra por primera vez en muchos años hacer que los precios de los productos de primera necesidad se estabilicen. No ocurre lo mismo con los jornales y sueldos que tienden en ese mismo periodo a bajar de forma considerable con lo cual el campesinado y las clases sociales más desfavorecidas siguieron soportando y padeciendo una situación de dificultad económica muy grave similar a la padecida en años anteriores.

Eso provocó que se volvieran a provocar las mismas escenas de los años precedentes cada vez que las condiciones meteorológicas propiciaban las crisis de subsistencias. Todo esto derivaba en la consiguiente inquietud social, pero sin derivar en grandes conflictos obreros, ya que casi todo el movimiento obrero del campo había sido aniquilado después del trienio bolchevique y sometido a un continuo seguimiento y control represivo.

La estructura de la vida municipal cambió por completo con la llegada del nuevo régimen. Automáticamente el mismo, decretó la destitución de todos los Ayuntamientos sustituyendo las corporaciones precedentes por una Junta de Asociados, donde solamente y a través de estas, solo los vocales que tuvieran títulos profesionales o detentaran alguna industria serian aptos para elegir al nuevo alcalde y a los nuevos concejales. A partir de marzo de 1924, y a través de la creación de un Estatuto Municipal los nuevos ayuntamientos comienzan a depender en menor medida de los gobiernos civiles, quedando estos a partir de este momento formados por concejales elegidos o designados directamente por el gobernador civil.

Todos estos acontecimientos ocurren ocupando la alcaldía de Aguilar por el partido liberal monárquico, desde comienzos de 1921 Rafael Aparicio de Arcos, quien sería cesado en su cargo el día 1 de octubre de 1923 de acuerdo con el artículo 1 del Real Decreto de 27 de septiembre destituyendo a toda la corporación existente en esos momentos.

Esta corporación es sustituida por los vocales asociados del Ayuntamiento quedando constituida por las siguientes personas(29) :

 

Juan de Burgos Carrillo

 

Manuel Villar Valle

 

Miguel López Rubio
Manuel Delgado Onsurve
Juan M. Cañete León
Joaquín Rincón Tienda
Pablo Arjona Cabezas
Antonio Albalá Arenas
Antonio Romero
José Calero
Antonio José Pulido
Antonio Lucena

Al día siguiente es elegido por votación secreta y presidiendo la sesión del ayuntamiento el teniente de la guardia civil Juan Jiménez Castellanos, como nuevo alcalde de Aguilar Juan de Burgos Carrillo (hijo del político conservador Juan de Burgos Luque) y como teniente de alcalde a Manuel Villar Valle .

Por distintos avatares y circunstancias Juan de Burgos Carrillo abandona el cargo de alcalde tras apenas cuatro meses de mandato. El delegado del gobierno, destituye al resto de la corporación y se nombra durante todo este tiempo de dictadura una nueva corporación municipal presidida por el alcalde y presidente de la Unión Patriótica de Aguilar de la Frontera Vicente Romero y García de Leaniz. (1923-1930). (30)

 

La nueva corporación queda constituida por las siguientes personas:

Francisco Calvo Rubio de la Cámara
Manuel Alberca Conde, primer teniente de alcalde
Bibiano Gordejuela Hernández del Puerto
Rafael Moreno Jiménez
Francisco Tutón Mena, segundo teniente de alcalde, comisión de festejos
Manuel Varo García
Francisco Alguacil López
Pedro Benítez Rasero, presbítero
Manuel Jurado López, diputado provincial
Manuel Aragón Calvo de León, diputado provincial
Francisco Beneyto Ramos
José Joaquín Postigo Leiva
Rafael Luque Albalá
Francisco Prieto Prieto
Manuel Arjona Jurado
Luis Gutiérrez Tejada
Juan León González, comisión de festejos
Olegario Pérez Caballero
Francisco Cosano Valle

 

Para poder acceder a algún puesto o cargo municipal era condición indispensable la pertenencia al partido, en torno al cual la élite económica se articuló políticamente las personas pertenecientes a los estratos sociales “superiores” agrupados casi en su inmensa mayoría en torno al Casino Aguilarense , situado entre las calles Toro Valdelomar y Emilio Gutiérrez Cámara. En un número que supera, las setenta personas, todos ellos constituidos en los grandes contribuyentes de Aguilar.

Son por tanto los propietarios, abogados y militares, los que serán llamados a formar parte de la totalidad de las corporaciones que se constituyeron durante este periodo.

El regeneracionismo político tan ansiado no pudo verse hecho realidad, debido al sistema caciquil, a pesar de que la fuerte ola en contra del mismo afectó prácticamente a la totalidad de las corporaciones, donde las máximas figuras representativas de esta lacra social quedaron prácticamente impunes y siguieron practicando las mismas argucias y corruptelas practicadas por los partidarios de la vieja política.

Desde 1923 a 1930, solo se producirán tres alteraciones en la corporación: la destitución del concejal Francisco Prieto Prieto, el cese del teniente de alcalde Juan León González y del concejal Francisco León Serrano. Como diputados provinciales en la Diputación de Córdoba, el gobernador, nombrara a comienzos de 1924 a Manuel Aragón Calvo de León, (propietario) y a Manuel Jurado López, (médico).

Entre las distintas dimisiones que a lo largo de los años se suceden y las incorporaciones de Antonio Areales Romero, Francisco Casado López, Ángel Alcalá Toro y Eusebio Chacón Lozano, esta será la corporación que dirigirá las riendas de la vida política de Aguilar de la Frontera, hasta el final de la dictadura de Primo de Rivera, en 1930.

Vicente Romero y García de Leaniz De1923 a 1930 Alcalde
Manuel Alberca Conde De 1923 a 1930
Antonio Areales Romero De 1923 a 1930
Manuel Arjona Jurado De 1923 a 1930
Francisco Casado López De 1923 a 1930
Eusebio Chacón Lozano De 1923 a 1930
Luís Gutiérrez Tejada De 1923 a 1930
Rafael Luque Albalá De 1923 a 1930

 

Olegario Pérez Caballero De 1923 a 1930
José J. Postigo Leiva De 1923 a 1930
Francisco José Tutón de Mena De 1923 a 1930
Francisco Cosano Valle De 1923 a 1930
Francisco Calvo Rubio de la Cámara De 1923 a 1925
Juan León González De 1923 a 1925
Francisco Beneyto Ramos De 1923 a 1925
Ángel Alcalá Toro De 1925 a 1927
Bibiano Gordejuela H. del Puerto De 1925 a 1929
Rafael Moreno Jiménez De 1925 a 1929
Rafael Aguilera Carmona De 1927 a 1930
Manuel Varo García De 1927 a 1930
Manuel Jurado López De 1927 a 1930 Diputado Provincial
Manuel Aragón y Calvo de León De 1927 a 1930 Diputado Provincial
Francisco León Serrano De 1923 a 1925
Francisco Prieto Prieto De 1923 a 1925
Francisco Alguacil López De 1923 a 1930
Pedro Benítez Rasero De 1923 a 1930
   

 

La nueva corporación comienza su andadura suscribiendo empréstitos públicos y privados con la intención de a través de los mismos poder desarrollar su proyecto renovador de la localidad. El propio alcalde Vicente Romero, suscribe el empréstito municipal aportando al mismo la cantidad de 15.000 pesetas de sus arcas particulares y el resto de los componentes de la misma aportaron 60.000 pesetas, haciendo una suma total de 75.000 pesetas el empréstito municipal.

Fruto de la consecución de estos empréstitos la corporación emprende trabajos de adoquinado de algunas de las vías públicas existentes en la localidad, declarándose en clara competencia en cuanto a la realización de estos trabajos con la corporación última procedente del periodo de la Restauración al frente de la cual se encontraba Rafael Aparicio de Arcos. De igual forma, acometen en el municipio, con el beneplácito del delegado gubernativo del partido, el capitán de caballería Francisco Corrales, la creación de tres comisiones especiales para acometer tres proyectos importantes para la localidad: la traída de las aguas, adquirir algunos locales para comenzar la construcción de escuelas y la construcción de un nuevo cementerio Municipal. De la misma manera la nueva corporación, comenzó la construcción de un mercado de abastos y la creación de varios paseos con zonas arboladas en la localidad.

Apelando de forma muy elocuente también al patriotismo y a la defensa del orden, se crea a comienzos de 1924, el Somatén local. Compuesto por personal civil que formara una organización para-militar- para-policial, que atenderá a las órdenes de un delegado local, nombrado por el alcalde de la localidad, y que junto a la guardia civil al mando de primer teniente Juan Jiménez Castellano y de la Policía Municipal al mando de Rafael González Correa intervendrán en cualquier altercado al orden o manifestación que se considere antipatriótica. En este sentido obedecerá de forma parcial a los intereses de los propietarios y terratenientes ante cualquier reivindicación social o laboral proveniente de los jornaleros o de sus centrales sindicales y organizaciones.

Como delegado del mismo es nombrado el hermano del alcalde Vicente Romero, el capitán de caballería Carlos Romero García de Leaniz.

En la misma época, se forma también el Cuerpo de Exploradores local, integrado por infantes (niños) en edad adolescente y juvenil, a los que a través de esta organización se les inculcan valores religiosos y patrióticos. Ambas organizaciones, el Somatén y el Cuerpo de Exploradores, serán el preludio, de las que años más tarde se formarán en torno también a los mismos valores, la Falange y los Balillas o Pelayos.

Los encargados de protagonizar y “educar” religiosamente a los chavales en el Cuerpo de exploradores o en la banda infantil de tambores y cornetas de las Escuelas del Ave María serán los párrocos locales Francisco Ruiz Gil, Antonio Ramírez, Epifanio Jiménez Serrano, José Belmonte, José Luque León, Rafael Contreras Leiva, Rafael Maria Espinosa y Antonio Galisteo Jiménez junto al presbítero Pedro Benítez Rasero,( serán los tres últimos los que asumirán un mayor protagonismo). Y los encargados de la instrucción militar, tanto del Somatén como del Cuerpo de Exploradores, serán Emilio Berlanga Gamuza y Manuel Monedero Roldán.

 

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