Antonio Pintor Marín: "Ni perdono, ni olvido"

Autor: Rafael Espino Navarro

Cada vez que recuerdo a mi abuela, Marina Pintor Luna, enseñando a las personas que la rodeaban cada día que la memoria debe de ser y estar viva impregnando cada una de nuestras vivencias en la sociedad en la que nos toca vivir, me siento más orgullosa de haber estado a su lado.

Ella fue la quinta de seis hermanos, hija de Antonia Luna Delgado y de Antonio Pintor Marín, fusilado a manos de la represión Franquista el día 16 de Agosto de 1936. Su único delito, luchar por unas ideas de manera pacífica y ser presidente del Partido Socialista Obrero Español en la localidad de Fernán Núñez. 

Haciendo honor a su memoria y a la de su padre que siempre estuvo entre nosotros gracias a su recuerdo, repito sus palabras y su dolor, a la vez que me dan la fuerza que ella tenía para NO olvidar y luchar día a día como lo hizo su padre Antonio, por una sociedad más justa e igualitaria.  

Antonio Pintor Marín, antes de que estallara la Guerra Civil Española donde lo asesinaron cruelmente junto con otras dieciséis personas inocentes, ejercía la profesión chofer- taxista y además ocupaba el cargo de Presidente de la Agrupación Local del Partido Socialista Obrero Español.  Al tener este cargo, se relacionaba con políticos de la categoría de Julián Ballesteros, Largo Caballero, el Doctor Romera e incluso asistió al entierro de Pablo Iglesias.  

En 1936, después de estallar la Guerra Civil las tropas nacionales se adentraron en Fernán Núñez. Días antes, Antonio Pintor acudía a una manifestación pacífica en el pueblo para instaurar la bandera republicana. Por ello, el 25 de Julio de ese año, le aconsejaron huir del pueblo pues la tragedia estaba cercana. Él respondió a esta invitación con gran valentía y dijo “el que teme, algo debe”, ya que sospechaba que tras su marcha tomarían represalias contra su familia.  

El 15 de Agosto de  1936,  mi bisabuelo fue arrestado por la guardia civil, al enterarse de lo sucedido mi abuela Marina acudió ese mismo día a la cárcel junto a su madre donde éste les dio un papel con el nombre de dos personas que podrían ayudarle. Ellas se pusieron en contacto con estas personas, y esa misma tarde lo visitó para darle la noticia de que no podían hacer nada, ya que la orden procedía directamente de Córdoba.  

Al día siguiente, mi abuela en compañía Alfonsa (la hermana de su padre), fueron a la cárcel para llevarle comida, allí la guardia del cuartel les comunicó que se lo habían llevado “en el camión” a las 3 de la madrugada.

 

El amargo camino de vuelta lo hicieron desconsoladas ya que intuían lo que significaba. En estos duros momentos, se encontraron con soldados que venían desde “El Carpio”  los cuales con una gran crueldad les gritaron: “como sigáis llorando iréis también vosotras en el camión”; como no pudo ser de otra manera estas palabras se quedaron en la memoria de una niña de 10 años, que luego con 76 años más tarde nunca dejo de repetir.

Al llegar y enterarse, la madre de mi abuela, Antonia Luna Delgado y la hermana del asesinado, viajaron ese mismo día a Córdoba. Su objetivo era encontrarlo desesperadamente, por lo que iniciaron una angustiosa búsqueda por todas las cárceles de la capital cordobesa con la esperanza de que lo hubieran trasladado, pero no hubo resultado.

Pocos días después de la desaparición del padre de mi abuela, Marina Pintor, detuvieron a su hijo José de 17 años con la intención de darle la misma suerte que a padre, como castigo y represión. Afortunadamente, mientras estaba encarcelado se acercó el hijo de un dirigente fascista que les dijo: “¿No os duele esto? ¿Qué pensáis acabar con familias enteras?”; se dice que gracias a estas palabras lo liberaron ese mismo día.  

La viuda Antonio Luna y sus seis hijos, presos del miedo se encargaron de hacer desaparecer toda la documentación y  correspondencia que contenían ideología política, enterrándola en una tinaja que se encontrará en algún lugar de Fernán Núñez. Además, mi abuela nos contaba cómo se hicieron el luto con la bandera republicana que guardaba su padre.  

A los tres o cuatro meses de este fatídico día, llegaron rumores de que a su padre lo habían fusilado junto con 16 personas de Fernán Núñez, en las Salinas de Aguilar de la Frontera. También, les comentaron que probablemente su cadáver había sido quemado con gasolina, por lo que era inútil buscarlo.  

Mi abuela Marina, decía que cuando iba en el camión, junto a las 15 personas había una mujer embarazada de cinco meses, a la que torturaron propinándoles golpes con patadas y las armas para que dejara de llorar. Él salió en su defensa, y se enzarzó en una pelea con uno de los guardias, ella no era capaz de contar nada más… 

Hoy día, gracias a la lucha y gran labor de la Asociación AREMEHISA, sabemos que al padre de mi abuela, Antonio Pintor Marín, no lo quemaron, sino que fue enterrado en una fosa común junto a dieciséis personas del pueblo y alrededores. Al amanecer, los fusilaron dándole un tiro en la cabeza y dejando sus cuerpos en un panteón del cementerio de Aguilar de la Frontera. Luego estas tumbas fueron venidas a otras familias  para impedir que algún día las familias pudieran poner fin a al dolor que vivieron esos terribles años.  

Desgraciadamente, mi abuela no tuvo el tiempo necesario para descubrir lo que fue de su padre, tampoco podrá ver que ha sido encontrado, exhumado e identificado por AREMEHISA, podrá tampoco ver el homenaje que se le organiza… Pero heredamos de ella su testimonio, su dolor y el coraje para luchar todos estos años por encontrarlo y difundir sus ideales. Siempre quedarán en la memoria las palabras que ella repetía: “Ni perdono, NI OLVIDO”.  

Puedes estar tranquila, nuestros hijos e hijos sabrán todo lo que pasó porque tú nos enseñaste a luchar y no olvidar.   

En memoria de Marina Pintor Luna y Antonio Pintor Marín,  víctimas del Franquismo,, tu nieta Azahara.

 

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