Este idílico y bello aspecto ofrecía la ribera del Río Cabra a su paso por el antiguo puente de los Siete Ojos en la década de los años Cincuenta del pasado siglo XX. La ocasión del fotógrafo permitió tomar esta instantánea en la que se visualiza a una pareja descansando junto a las cristalinas aguas que corrían bajo los arcos (ojos) del puente, mientras por el mismo transitaba una “arria” de borricos en cuyos serones se trasportaba la arena del río para las obras. Esta actividad fue característica de Aguilar y se mantuvo hasta la aparición de los primeros vehículos mecanizados.
A mediados de la década de los años Setenta del citado siglo, una de las periódicas riadas que se producen en el cauce del río acabó por destruir el viejo y antiguo puente. Poco tiempo después, y en las inmediaciones del desaparecido, se construyó por la Diputación Provincial el puente actual, restaurado recientemente, que ha seguido conservando la primitiva nomenclatura de Puente de los Siete Ojos. Bajo sus cuatro arcos sigue pasando el cauce del río, aunque sus otroras aguas limpias y cristalinas, ahora bajan negras y pestilentes por los vertidos incontrolados.