Rafael Espino Navarro

“ España se ha convertido en un país de asesinos y asesinados, un país donde se detiene a la gente por capricho, y se la tortura después de detenerla, y luego, se la mata … Un país donde ya no hay tribunales que merezcan ese nombre, ni jueces imparciales, ni abogados que defiendan a los procesados, ni derechos, ni garantías, nada, solo fosas abiertas en las tapias de los cementerios.”                                                                                                                                                   Almudena Grandes.

 En España, se oyen, de nuevo voces que claman justicia. Voces y gritos que resuenan más allá de nuestras fronteras. Después de muchos años de silencio y mentiras, los familiares de los “desaparecidos” del franquismos, reclaman la verdad, sin recurrir a la venganza. Verdad y justicia. Nada más, pero nada menos. 

Sin abandonar jamás, sin rendirnos, durante muchas décadas imploramos esa justicia y esa verdad en este país. Pero jamás la obtuvimos. Nuestras demandas legales, nuestras voces, nuestros gritos …,  se perdieron al igual que los quejidos de nuestros familiares en el largo y oscuro silencio de la noche de este país, demostrándonos una vez más que la ley, que la justicia poco o nada tiene que ver con la verdad, porque cuando la ley toma partido por una postura determinada e intransigente, hablar de igualdad es poco menos que una quimera. Es poco menos que un gran engaño. 

Ya hemos aprendido que las detenciones en el trabajo, en el campo ,en la fábrica,  en el dormitorio de sus casas … de las detenciones en plena calle a las frías y sucias paredes de un lúgubre calabozo…, de los ultrajes, de los golpes y humillaciones … antes de ser despojados de todas sus pertenencias, objetos personales  y documentos que acreditasen su identidad,… el miedo, el horror, el terror, son hechos ciertos. Todo lo demás, el paredón, los disparos, la oscura fosa común.. la ocultación de sus cuerpos, la desaparición física y documental , … es la verdad. 

Una verdad que comienzan a conocer en primera persona, en Argentina y en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de los testimonios y la aportación de pruebas de familiares y Asociaciones memoralistas, para vergüenza de este país. Allí , la voz de la memoria, … nuestra memoria … ha comenzado a pronunciar nombres, ha comenzado a contar historias, ha comenzado a mostrar los rostros … a gritar y pedir justicia. ¡¡ Justicia universal¡¡ . Una justicia, que antes o después, sin ningún lugar a dudas llegara. Aquí o allí. Porque estamos decididos a romper el silencio y con la voz de la memoria … salir de él. Para que de una vez por todas se conozca la verdad.   

 

 

 

 

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