Preocupación entre los olivareros por la sequía y los bajos precios

Los agricultores están preocupados por la falta de lluvia de este otoño, uno de los más secos que se recuerdan. Las precipitaciones han sido desde septiembre un 80% menos de lo normal, con unos 30 litros por metro cuadrado, cuando la media sobrepasa los 160. Ello, junto a las heladas, está causando daños a una cosecha que se presentaba abundante, pero que puede resultar muy perjudicada por la climatología adversa. A esta situación se unen los bajos precios de la aceituna, de tal manera que quienes no son socios de las cooperativas están percibiendo a veces menos de 30 céntimos por kilo. Los olivareros denuncian que está cifra es ruinosa, dado que apenas permite pagar la recogida. Esperaban poder resarcirse algo de la pésima cosecha del año pasado, que fue una de las más bajas de las últimas décadas, lo cual tuvo unas pésimas consecuencias para el empleo. La falta de fruto en los olivos hizo que en la última campaña se perdieran 80.000 jornales con respecto a una cosecha normal.

Expertos consultados informaron que la cosecha no llegó a los 30 millones de kilos de aceituna, que no llega a ser más que un 35% de una campaña importante en Lucena, como puede ser aún la de este año, en que se recojan entre 85 y 90 millones de kilos. Pese a que se ha avanzado en los últimos años, el principal problema del olivar de la zona suele estar en la tradicional vecería de los árboles, que hace que si un año ofrecen abudante cosecha, al siguiente esta puede ser tan escasa que apenas valga la pena recogerla.

Este año el sector está generando empleo, si bien menos de los que se esperaba. En ello influye la mecanización de la recogida, que ha eliminado del paisaje olivarero las grandes cuadrillas de aceituneros, sustituidas hoy por unos avanzados sistemas que recolectan varios miles de kilos al día de fruto con dos o tres personas. Sin embargo, sin esta mecanización, el cultivo sí que sería totalmente inviable por los elevados costes de la recogida manual. También ha cambiado el perfil de los aceituneros, entre los que había numerosos inmigrantes que, debido al paro, han sido sustituidos por lucentinos que perdieron su empleo.

JUAN A. FERNANDEZ

 

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