Seguimos, aquí, luchando contra la indiferencia, la mentira, el olvido y la crueldad demencial de aquellos que pretenden una y otra vez taparnos los ojos y la boca con las vendas de la injusticia y la impunidad.
Justicia, solo justicia pedimos y continuaremos pidiendo de forma incansable, sea donde sea, allí donde se nos escuche. Justicia, una sola palabra que es la más pura esencia de la libertad.
Por defender esa libertad, muchos de nuestros familiares no sobrevivieron al infierno de los días y las noches más largas de sus vidas, ni al miedo a las madrugadas en las que encontraron la muerte. Una muerte injusta que les arrebató lo mejor de sus vidas, ente la indiferencia y el cinismo de sus verdugos.
Sin poder decir adiós, nos dejaron esperando, con un nudo en la garganta un encuentro que nunca se produjo. No les pudimos abrazar, ni darles besos entre largos sollozos, con la voz estremecida del que sabe que es el último momento, ese que arranca de cuajo en un instante todo nuestro universo natural.
Esta larga noche, también seguro que alguno de nosotros no podrá conciliar el sueño. Demasiados reencuentros instintivamente mezclados con la tristeza, serán los causantes de nuestra nerviosa vigilia.
Pero mañana, en Sevilla, ante el relator de la ONU, se escuchara de nuevo nuestro testimonio y de nuestro voz oirá todas las voces que quisieron silenciar con la muerte. Mis palabras, serán sus palabras y mi yo, hoy y aquí, sonara otra vez como un siempre … siempre vosotros.