El médico Teodoro Escobar y Núñez y la prática de cesarías a mujeres difuntas
Existen infinidad de noticias que resaltan la valía profesional de uno de los personajes ilustrados más destacados del Aguilar de finales del siglo XVIII y principios del XIX, como lo fue el médico Teodoro Escobar y Núñez. Así lo corrobora relatos como el que recoge la Revista Mercurio de España, fechada en agosto del año 1780, en el que se describe la actuación de este facultativo en la práctica de cesarías a mujeres que morían en cinta:
Estando Alfonsa Muñoz, mujer de Francisco Delgado en el octavo mes de su preñez le salió en la espaldilla izquierda un carbunco tan maligno que le quitó la vida en el espacio de 5 días. Aunque recibió el Viático, la asistieron facultativos y le auxiliaron sacerdotes hasta su muerte nadie cuidó que se le hiciese la operación cosaria. Fue amortajada, y reparando los asistentes por los violentos movimientos de su vientre que la criatura estaba viva, no arbitraron otro medio que el ponerle cosas de peso sobre el vientre para sosegarlo.
Así permaneció la difunta desde las 10 de la mañana hasta las 11 de la noche, a cuya horas, noticioso de este suceso Don Teodoro Escobar y Núñez, médico titular de la villa, pasó a interesarse a casa de dicha mujer y cerciorado del caso, y de estar verdaderamente muerta. Le quito por su mano el peso que tenía sobre sí, y fue sin perder tiempo a dar cuenta a don Nicolás García, cura rector y vicario interino, quien se condujo con dicho médico y el cirujano a casa de la difunta, pero apenas entendieron los dolientes el fin a que se dirigían los facultativos resistieron tan fuertemente la operación, que nada bastó a convencerlos, hasta que dada parte a la Justicia Real, con su auxilio lograron vencer aquella resistencia nacida de la preocupación y la ignorancia, a que el cirujano don Gegrorio González, hiciese la operación y extrajese sin lesión un niño corpulento bien formado, que aunque en lo exterior no daba muestras de vivo, conservaba color natural y se le percibía el latido del corazón y de la arteria femoral izquierda. Sin embargo de que estas señales no dejaban dudas de tener vida, le pareció al párroco bautizarlo, como lo hizo bajo de condición.
Éste caso y el que logró el mismo médico en la villa de Castro del Río, en el año 1781 con Gerónima Castro, mujer de Pedro Caravacas, a quien habiendo fallecido en cinta de 7 meses se le extrajo por su disposición una niña viva que se bautizó y sobrevivió algunos minutos, demuestran cuán grande cuidado deben tener todos, particularmente los facultativos, confesores, curas y comadres en hacer que se ejecuten en las mujeres que mueran en cinta la operación cesárea, y cuan reprensible es la omisión y negligencia en su práctica.
Hemeroteca Nacional. Revista Mercurio de España, agosto 1780 pag. 365.