La tradición ha marcado la última jornada de la Feria de San Miguel. Tradición en una fecha, el 29 de septiembre, y en un ritual que se mantiene inalterable desde hace siglos aunque, como cualquier tradición, ha evolucionado en las formas y caracteres para perdurar en el tiempo. Ya no procesiona el Cristo de la Salud por las calles del barrio en la noche de San Miguel, como hacía antiguamente, ni se subasta la espada para cortarles el pescuezo a los gallos. Ahora son formas distintas, pero la misma esencia. Se mantiene el culto al Cristo en su Función Principal de este día, y se subasta en la puerta del templo los gallos y todo tipo de productos donados por cofrades y devotos.
El ambiente festivo de estos actos marcan la importancia del día principal de una fiesta popular y de barrio, pero que está señalada como feria oficial en el calendario festivo anual del pueblo. San Miguel, o la sanmiguelá, como la denominan los nativos del barrio, ha despedido un año más el mes de septiembre en Aguilar, y lo ha hecho con el marcado carácter de feria peculiar y entrañable, depositaria de un gran legado cultural y tradicional que debe conservar y preservar de modas y modismos.
Nunca fue esta feria excelsa por su fastuosidad ni magnificencia, si no por su singularidad e idiosincrasia. Tanto es así que le colgaron el dicho popular que esgrimían los antiguos para señalar el malaje de una persona, al decirle aquello de: “tienes más mala feria que San Miguel”. Con épocas de mayor y menor esplendor la feria del Barrio Bajo ha sabido mantenerse fiel a su calendario y originalidad, y eso le ha otorgado el carisma del que hoy disfruta y renueva cada año, como ha ocurrido con la que acaba de finalizar.