40 años del final del franquismo

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ANTONIO Barragán

Se cumplen en estos días XL años del fallecimiento del general Franco; el 20 de noviembre de 1975 y en medio de la inexorable descomposición de la dictadura aquel que solo se consideraba responsable “ante Dios y ante la Historia” dejaba, definitivamente, este mundo no sin haber dado muestras, casi hasta el final de su vida, de su profundo desprecio por la democracia, de su reaccionaria cosmovisión política y de su vengativa concepción de la realidad española. La verdad es que desde la propia desaparición del dictador y durante el inmediato período democrático vieron la luz un conjunto de notables trabajos debidos a significativos contemporaneistas (P. Preston, J.P. Fusi, J. Tusell, A. Reig Tapia, D.P. Wingeate, F. Sevillano, etc.) que, más que en su propia biografía, insistían en analizar el significado histórico y político de la dictadura franquista, aquel período de casi 40 años que hundía sus raíces en una cruenta Guerra Civil y que tantísimas heridas, aun hoy no del todo cerradas, habría de provocar en sectores de nuestra sociedad.

De manera que, en esta coyuntura y con mayor perspectiva, aparece un renovado interés por el estudio del franquismo y de la figura del dictador que pretende aprovechar todo lo mucho y riguroso que la investigación viene aportando intentando rechazar y desmentir la gran cantidad de mitos, leyendas, distorsiones y manipulaciones que el llamado “revisionismo” pretende mantener, base importante de ese franquismo sociológico y que, desafortunadamente, tan flaco servicio prestan al conocimiento histórico riguroso, a que la sociedad española asuma de una vez la página más desafortunada del pasado siglo XX y, desde luego, a la propia creación de una conciencia cívica y democrática. Los recientes trabajos de solventes historiadores como A. Cazorla, E. Moradiellos y A. Viñas, entre otros, sobre la figura del “caudillo” y la dictadura son una elocuente expresión de ese esfuerzo de la historiografía profesional, de ese combate por la Historia que diría L. Febvre, frente a los denodados intentos de turiferarios y hagiógrafos franquistas por mantener una caduca mitología distorsionadora que, día tras otro, no ceja de insistir en planteamientos que nunca han resistido un mínimo rigor metodológico.

Por nuestra parte, hemos colaborado en este renovado interés acerca del estudio de la dictadura y su expresión política en Andalucía con la participación y coordinación de dos obras de reciente aparición: La articulación del franquismo en Andalucía (Centro de Estudios Andaluces, Sevilla) y El botín de guerra en Andalucía (Biblioteca Nueva, Madrid). En ambas han tomado parte un importante elenco de profesores e investigadores de las universidades públicas andaluzas que hemos trabajado sobre aspectos interpretativos novedosos o, a nuestro juicio, insuficientemente atendidos hasta el momento y que han venido adquiriendo una mayor relevancia como resultado de estos avances de la investigación.

Aspectos tales como el asunto de los importantes apoyos sociales que concitó el régimen franquista desde su propia fundación y ya evidentes durante la propia Guerra Civil, o la relevancia de los elementos simbólicos y alegóricos como fórmulas de cohesión política en su proceso de institucionalización, así como el papel jugado por la mujer como soporte económico, político e, incluso, afectivo en esta difícil coyuntura; igualmente, son objeto de nuestro interés el desentrañamiento de las luchas políticas iniciales en la configuración de las instituciones locales entre los diferentes grupos que habían apoyado el golpe militar que condujo a la guerra y que se aprestaban, en aquellos momentos fundacionales, a administrar la “victoria”, o también el papel de la jerarquía eclesiástica y de importantes sectores de la judicatura como apoyo ideológico y como sustento de los tribunales represivos del nuevo régimen y, por supuesto, nos ocupamos de la presencia de importantes niveles y de las diversas modalidades de represión ejercidas, resultando de especial interés para nosotros el análisis de la llamada represión económica abordado monográficamente en la segunda de las obras que citamos y que no es otra cosa que la investigación desplegada como consecuencia de la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas (9-II-1939) al conjunto de Andalucía que supuso que, no menos de 60.000 andaluces, fueran en estos momentos fundacionales de la dictadura sometidos a su jurisdicción.

En definitiva, pese a un cierto e interesado revival de determinados sectores historiográficos y políticos por blanquear la figura de Franco y de su propio régimen, lo cierto es que la Historia hace tiempo que dictó su veredicto: la dictadura franquista no fue algo inocuo, ni transicional, sino una dictadura totalitaria que persiguió las libertades y la democracia hasta el fallecimiento de F. Franco.

* Catedrático de Historia Contemporánea

Esta noticia pertenece a la edición en papel de Diario Córdoba.

 

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