Perfiles Aguilarenses (35)

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Autor: Rafael Espino Navarro

Antonio García Morales , nace en Aguilar de la Frontera el día 18 de Mayo del año 1913.

Nacido en una familia humilde de jornaleros del campo que compartían domicilio entre la calle  Calvario Número 30 y un cortijo donde hacían las labores de caseros denominado el cortijo de ¨”La Gasca”, en el termino municipal de Aguilar de la Frontera, en una finca con el mismo nombre al norte, casi lindando con el término de Montilla, pasando el río Cabra.

Su padre Francisco García, pronto le enseño la profesión. Jornalero. Todos tenían que trabajar y arrimar el hombro en una familia con seis pequeñas bocas más que alimentar en un tiempo convulso y revuelto para el campesinado. Antonio era el menor de los siete hermanos.

Su infancia y juventud, sin ningún lugar a dudas se vieron marcadas por los vientos de agitaciones, reformas y revolución campesina en el que se vio envuelto el proletariado rural. La dictadura y los años marcados por las calamidades, la explotación, la injusticia social y el hambre unido a los salarios de miseria.

La edad adulta, marcada por su incorporación a filas en el año 1933 coincidiría casi con la llegada de un nuevo tiempo de esperanza y profundos cambios sociales, la Segunda República. Coincidiendo casi también con el regreso del servicio militar cuando Antonio contaba tan solo con 23 años recién cumplidos en el mes de mayo … solo un mes después le sorprendería aún estando soltero, trabajando en el campo … el inicio de la cruenta guerra civil.

Es muy posible, casi probable diría yo, que Antonio García Morales, militará o simpatizara en algún partido o sindicato obrero. La búsqueda, detención y asesinato posterior iniciada en esta localidad desde el mismo día 18 de julio de 1936 de las personas que habían militado o simpatizado con este tipo de organizaciones obreras y políticas, haría que Antonio García Morales, temiendo por su vida intentara escapar de Aguilar, al igual que lo hicieron cientos de personas… en las últimas semanas del mes de julio de 1936. Huir o morir.

No lo hizo. Su reemplazo sería uno de los primeros en ser convocados y llamados a participar en la guerra en el bando mal llamado “nacional” y Antonio de esta forma se vio envuelto en una guerra que ni buscó ni deseó. Cuatro meses más tarde, enrolado en una misma unidad militar del bando nacional , en algún lugar en guerra de este país … le llegaron en forma de carta noticias recientes de lo que acontecía en el pueblo.

Su madre Francisca Morales Cabello, “ la gasca” con 57 años, natural de la localidad de Bujalance hija de Mateo y de Teresa había sido detenida en la calle Ancha, en la fuente nueva, cerca de la calle Calvario, donde vivía … el día 17 de noviembre de 1936. Se encontraba hablando con una vecina Araceli Jarabo Exposito “la yueca”, cuando un camión con falangistas en su interior se detuvo a la altura de las mismas … las maniataron y las obligaron a subir al camión.

Fue acusada de ser simpatizante del Partido Comunista de España y de leer en el cortijo a los jornaleros del campo los períodicos obreros en los cigarros o tiempos de descanso de la faena

agrícola. Ese mismo día ella y Araceli, serían conducidas a la capital por la guardia civil. Por orden del Jefe de Orden Público ingresaron ambas en la prisión provincial (el actual Alcázar de los reyes católicos)  Al alba del día siguiente, el 18 de noviembre de 1936 … antes de que amaneciera, fueron las dos mujeres sacadas de la celda donde se encontraban y entregadas de nuevo a la guardia civil, que las traslado a las tapias del cementerio de San Rafael de Córdoba donde fueron fusiladas, junto con un hombre Antonio Martinez Valle.

Los cuerpos de las tres personas fueron arrojados en el interior del cementerio en una gran fosa común habilitada por las autoridades militares de Córdoba capital para ocultar los cuerpos de más de 2000 personas que como ellos encontraron la muerte en las tapias del cementerio, sin juicio… sin sentencia, víctimas de la barbarie y la sin razón.

Sin duda alguna la noticia de la detención y del asesinato de su madre, debió de suponer un duro golpe para Antonio García Morales, allí donde se encontrase cuando recibió la noticia. Ello, espolearía su espirítu … su determinación y compromiso aún más si cabe para combatir al fascismo. El mismo fascismo que tan solo algunos años más tarde acabaría también con su vida.

Esa misma noche tomo una importante decisión. A provechando la oscuridad de la noche y la vigilancia a él encomendada en el puesto de guardia en el frente, desertó de la unidad en la que se encontraba y cruzo a las líneas enemigas. Desde esa misma noche su bando sería el republicano. Lucharía contra el fascismo con todas sus fuerzas … lucharía contra los que le habían arrebatado la vida a lo que más quería … su madre.

Tres años de guerra más. La guerra terminó y ellos la perdieron. Ganó el bando nacional. El régimen franquista determinó el 1 de abril de 1939, sobre el yermo humeante de un país diezmado y en ruinas, que no había llegado la paz, sino la victoria, y con ella la venganza, la persecución, la esclavitud y la punición extrema del vencido.

Y Antonio era eso un republicano vencido, … además de haberse puesto precio a su cabeza y estar en búsqueda y captura por haber desertado del ejército nacional. Solo le quedaba una salida. Huir de España. La derrota republicana en la guerra civil española obligó a centenares de miles de españoles a vivir una de las experiencias más complejas y dolorosas, el exilio. A Antonio también. Los Pirineos, se convirtieron en una frontera política, y fueron mudos testigos del más terrible drama humano sucedió en el frío invierno de 1939: después de tres años de guerra, casi medio millón de personas cruzaron esas montañas huyendo de las represalias de los vencedores.

Antonio protagonizó la étapa final de un éxodo masivo que  le había hecho pasar de Madrid a Valencia, después a Barcelona, Girona, Figueres y, finalmente, a la frontera con el país vecino. Engullidos entre ese medio millón de personas, pasarían la frontera francesa al menos quince personas de Aguilar sin imaginar, cuando atravesaron la frontera, que tardarían veinte, treinta o cuarenta años en regresar a España por primera vez. Otros nunca volvieron. Y a algunos les tocaría en suerte penar en su situación de medio vivo, medio muerto y medio desaparecido.

Antonio García Morales iba entre ellos. Atravesaron a Francia con lo puesto, y la mayoría llego a la frontera a píe. Las pocas posesiones que acarreaban, un colchón o un recuerdo de familia, las dejaron por el camino, cuando las fuerzas comenzaban a flaquear y no respondían. Dejaban tirados en la cuneta los recuerdos de toda una vida.

No tuvo tiempo para llorar las penas, las lagrimas las guardó muy adentro , solo tenía un objetivo, llegar a la frontera y … huir, huir … azuzado por el miedo a caer en manos del enemigo y a morir. La tierra que creía un refugio, la tierra de la salvación, Francia, no les recibió especialmente bien, las mujeres fueron separadas de los hombres y todos fueron ingresados en campos de concentración.

Nunca nadie ha podido, ni creo que se pueda nunca cuantificar, medir el dolor y su sufrimiento que padecieron tantísimas personas acorraladas en condiciones atroces. El exilio republicano español constituyó para el gobierno francés un problema económico y político, mostrándose rápidamente interesado en fomentar su repatriación a España o la reemigración a terceros países tales como México, Chile y República Dominicana, las tres únicas repúblicas americanas que aceptaron oficialmente a los republicanos españoles.

Solos, olvidados en la frontera. Nadie les ayudaría jamás. El servicio de ayuda a los republicanos españoles solo se ocupó de los de siempre, políticos importantes, jueces, magistrados y altas autoridades. Los demás fueron abandonados a su suerte La mayoría de ellos permanecerían en Francia.  Otros serian embarcados en los “buques de la esperanza” financiados por la JARE (Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles en el Exilio) y enviados a la República Argentina , Chile y a México, después de un interminable periplo de deportaciones en campos de concentración Oran, Argel y Marruecos.

La guerra mundial en ciernes provocó que la suerte de Antonio corriera a la par que la de tantos otros refugiados políticos o perseguidos raciales, tales como los judíos, siendo acosados por los regímenes nazi-fascistas. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno francés bajo decreto obligó a los extranjeros sin nacionalidad y del sexo masculino (entre los 20 y 48 años ) y a prestar servicios para las autoridades militares francesas. Tras la ocupación unos optaron por incorporarse a la resistencia y otros por los trabajos comunitarios. Los campos de batalla y los de concentración fueron para muchos el fin.

Varias decenas de miles de republicanos españoles refugiados en Francia, cayeron en las manos de las tropas de Hitler, al sucumbir el país vecino. Fueron tratados al comienzo de la guerra como prisiones de guerra, hasta que … “ el palo largo y la mano dura” del régimen de Franco, recomendó a las autoridades alemanas el máximo grado de punición para ellos.

Eran rojos, antiespañoles, apátridas, y el nuevo estado no sólo se desentendió de su suerte, sino que halló de nuevo la colaboración del régimen nazi alemán para deshacerse, esta vez de sus enemigos en el exilio. Los rojos republicanos. Muchos fueron hechos prisioneros por los alemanes cuando fueron sorprendidos colaborando con la Resistencia francesa, trabajando en las Compañías de Trabajadores o en los Batallones de Marcha, siendo trasladados a los campos de exterminio, donde fueron tratados con una crueldad indescriptible.

Antonio García Morales , sería uno de ellos. Fué hecho prisionero por los alemanes en Vosges y recluido en el Frontstalag 140 de Belfort , desde donde le enviaron a la prisión alemana de Fallingbostell, Stalag XI B, donde ingresó con el número de prisionero 87724, siendo posteriormente deportado al campo de concentración de Mauthausen en Austria el día 25 de enero de 1941 y marcado con el número 5966. Sería el primero en llegar de los cuatro aguilarenses que pasaron por allí. Otros dos lo harían en julio y el último en noviembre del mismo año 41. Cuando estos llegaron Antonio ya físicamente muy deteriorado había sido trasladado al sub campo de Gusen al que llego el día 30 de junio de 1941.

Mauthausen se convirtió en el principal centro de deportación de republicanos españoles. Por sus barracones y su famosa cantera de piedra pasarían mas de 9000 todos ellos luchadores de la resistencia francesa, saboteadores o fugados de las fabricas alemanas. Gusen era  directamente la antesala de la muerte. Después de casi seis meses en Mauthausen ser enviado a Gusen significaba … de forma inmediata pasar a formar parte de las cifras del holocausto nazi. Nueve meses más tarde, ANTONIO GARCIA MORALES, moriría en el campo de Gusen,  el día 15 de marzo de 1942, después de casi catorce meses de internamiento en los campos de la muerte.

Poco tiempo después en un acto casi inusual, su padre, casi ciego ya, recibiría en Aguilar de la Frontera, una pequeña caja con sus exiguas pertenencias. Apenas mil días … más tarde, en mayo de 1945 las tropas americanas liberaron el campo. Antonio no pudo verlo con sus ojos … los ojos de un hombre de 29 años. Unos ojos que se cerraron con la visión de recordar toda una vida. Una vida joven … de privación de guerras, de muerte, de campos de concentración, de violación de los derechos humanos, de ideales perdidos … Unos ojos que antes de cerrarse definitivamente recordaron por última vez… los verdes prados del cortijo de “la gasca”, la suave brisa del amanecer, el correr del agua del río cercano y el ruido ensordecedor de los tintineos del puente hierro cuando sobre su lomo se deslizado el lento tren de vapor.

A su querida madre llevándole a cuestas con tan solo tres años … delgado y enfermizo … como él se crío. A los vecinos de la calle calvario burlándose de él diciendo que era muy poquita cosa y que no cuajaría. A su frase preferida “ estoy año” … cuando las tripas le roían por dentro y el hambre le hacía retorcerse en pucheros.

El país vecino Francia, aún los recuerda. Cada año les rinde homenaje. El presidente de la República se inclina ante ellos. Los héroes republicanos españoles. Aquí en este  desmemoriado» país aún hemos de ir de puntillas sobre sus vidas, sobre sus nombres. Esa es la gran diferencia. Hoy recordarles es un sencillo homenaje … a aquellos hombres y mujeres que lucharon por esos ideales, por defender la legalidad vigente y lo perdieron todo, incluso la vida.

UNA VIDA, LA DE ANTONIO, QUE ES TODO UN EJEMPLO. Su familia la recuerda aún entre llantos, nudos y sollozos. Lo sienten y viven como si lo estuvieran de nuevo reviviendo. Una vida que es imperioso contar y recordar … por que como dice el filosofo Reyes Mate “ los responsables del genocidio implantaron sobre los campos de concentración un frondoso bosque verde … sin la palabra, … sin el testigo, el bosque sería solo bosque y nunca el campo de exterminio. Un campo de exterminio que todos tenemos el deber de combatir para superar el trauma que aún muchos años después produce su recuerdo.

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Antonio Villa Cabello Es periodista y graduado como director de empresas turísticas. Actualmente reside en el estado de Florida con su familia, aunque su corazón permanece en su tierra natal,