Antonio Maestre Ballesteros
CALLE CRONISTAS DE AGUILAR
No podemos precisar con exactitud la antigüedad del camino sobre el que se ha conformado la actual calle, pero no es aventurado remontarla a los siglos del Periodo Medieval. Los protocolos notariales de 1732 reflejan la demarcación de solares y casa de Cristóbal Martín Paniagua en el inicio de dicho camino por la calle Saladilla:
….y por la parte de abajo linda con otras once varas y la tercia parte de otro solar que allí me queda, que ambos dichos solares y dicha mi casa por la calle se han de igualar de forma que lo mismo lleve uno que lo otros y por la parte de arriba linda las dichas once varas de solar que le llevo vendidas con el camino que sale de la calle la Mata y va al Cerro don Fernando….[1].
Son numerosas las referencias que sobre el paraje del Cerro Don Fernando recoge el Catastro de Ensenada a mediados del siglo XVIII, relacionando las tierras que lo circundaban y aportándonos interesantes datos de su ubicación, extensión, y límites geográficos:
Luís de Chinchilla Páramo vecino de la ciudad de Málaga tiene una pieza de tierra de sembradura de secano en el ruedo de esta villa, sitio del Cerro de Don Fernando, se compone de tres celemines de buena calidad que se siembra todos los años del alcacel, confronta a levante con el camino que sale de la calle de la Mata para la villa de la Puente de D. Gonzalo, a poniente con Antonio Varo Varona, presbítero vecino de la villa de Montalbán, al norte con el camino que va a la Fuente del Aceituno y al sur con D. Antonio de Burgos[2].
El dato describe el inicio del camino desde la salida de la calle la Mata, indicándonos su primitiva trayectoria, al revelarnos que se trataba de una vía que conducía a la villa de la Puente Don Gonzalo. No es aventurado pensar que las propias calles Molinos y Mata se hubiesen alineado en la antiguedad sobre los primeros tramos de este camino, cuyo trazado pudo partir originariamente desde la Puerta Real (Placilla Vieja), y finalizar en su confluencia con el camino de los Puertos o la Puente que bajaba por el paraje de la Veracruz (actual calle Ancha):
Jerónimo de Valdecañas, capellán vecino de Lucena, tiene una pieza de tierra de sembradura de secano junto a la Veracruz, que consiste en dos celemines de buena calidad y se siembra todos los años de alcacer, confronta a levante con el camino que de esta villa va a la Puente D. Gonzalo, a poniente con otro que baja por el cerro don Fernando a la Fuente Nueva[3].
El trayecto que comprendía el citado camino durante el siglo XVIII transcurría íntegramente por el cerro Don Fernando, y equivalía al trazado de la actual calle Cronistas. En todo su trayecto, el margen derecho del camino hacía frontera con los corrales de las casas de las calles Saladilla, Moralejo Segundo y Ancha. La autoridad Municipal cuidó de que dichos corrales no ocupasen los terrenos propios del camino:
Accediendo a una instancia de Manuel Ramírez, Francisco de Paula Romero y Antonio León Gálvez, vecinos de esta villa en la calle Ancha, se acordó autorizarlos para que introduzcan en los corrales de sus respectivas casas el terreno del que hacen mención sin llegar de modo alguno al camino que de la calle Calvario se dirige por aquel paraje al embocado de la calle Saladilla, y así evitar que puedan perjudicar el uso común del citado camino, se nombró una comisión compuesta del Sr. Maldonado D. Antonio, y del infrascrito Sr., que marque el terreno sobre el que han de levantar las paredes de dichos corrales…[4].
En el transcurso del siglo XIX el camino adquirió una gran relevancia en el conjunto del callejero local, al convertirse en parte de la ronda que se habilitó para que los carros no pasasen por las calles céntricas de la población. Esta circunstancia determinó que el Cabildo Municipal vigilase especialmente, tanto su conservación, como el carácter público de los terrenos aledaños al mismo:
Se dio cuenta de una exposición de Francisco Aguilar, fecha once del corriente, en la que pide se le conceda cinco o seis varas de terreno que se encuentran tras de los corrales de la calle Saladilla, Moralejo y Ancha. El Ayuntamiento acordó no haber lugar a esta concesión por el perjuicio que se le infería al público, con privarlo de esta servidumbre[5].
El primer edificio del que tenemos constancia se levantó en dicho camino, además de los corrales antes descritos, fue un molino aceitero que edificó Rafael Crespo Salcedo en la trasera de su casa situada al inicio de la calle Moralejo Segundo. Desconocemos el año exacto de construcción de dicha fábrica aceitera, aunque hemos documentado que ya estaba en funcionamiento en 1858:
Don Rafael Crespo Salcedo, que así mismo en este día le queda suscrita una pieza de palanca de los comunes de las dos que posee en esta villa dentro de una casa habitación con postigo al cerro de Don Fernando a las afueras de esta población[6].
En 1867 se produjo un intento de obturación de los dos accesos del camino, pretendiéndose dedicar sus solares para la construcción de nuevas casas. Esta iniciativa no prosperó, prevaleciendo el interés general de la población por mantener abierta la calzada:
Se dio cuenta por el secretario de dos instancias , la una de Antonio Ávila Gonzáles y la otra de Francisco Melero solicitando se determine por el Ayuntamiento la subasta de las entradas de la calle Saladilla y la calle Calvario que dan paso al camino que conduce al cerro nombrado de Crespo para edificar en ellas dos casas. El ayuntamiento juzgando la inconveniencia de la pretensión acordó no haber lugar, si bien que por la comisión de Policía Urbana se modifique el camino en cuestión invitando a los dueños de terrenos colindantes que reduzcan sus ambiciones, y a los de molinos aceiteros que faciliten y encañen la salida de bejines para que el camino no se ponga intransitable[7].
Durante las últimas décadas del siglo, la ya denominada Ronda del Cerro, adquirió una considerable importancia al quedar inmersa como parte de la circunvalación del casco urbano que comprendía las calles Manzanares, Moreno, Placilla Vieja, Nueva, Llanete de Manuel López, Saladilla, camino del Cerro, Calle Ancha y Fuente Nueva. Probablemente en esos años se acometió la remodelación del camino, consistente en la construcción de un malecón de piedra por el lateral derecho desde el acceso por la calle Saladilla, y el arrecifado con chinos pelones de la calzada.
Esta estructura y forma mantuvo hasta la década de 1980 en las que inició su transformación en vía urbana, proceso evolutivo en el que se haya inmerso actualmente con la construcción de nuevas casas, así como la pavimentación que se le está realizando, quedando pendiente aún la ampliación del acceso por la calle Calvario. El hecho que incitó dicha transformación fue la elección del paraje del Cerro Crespo para ubicar una nueva barriada a mediados de la década de 1970. Esta circunstancia provocó el que el acceso por la calle Saladilla se transformase en una ancha avenida, para lo que el Ayuntamiento adquirió y derribo una casa colindante al citado lugar en 1976[8]. Por este tiempo se pavimentó por primera vez el camino y se inició la construcción de viviendas en los corrales traseros de las casas de las calles Saladilla, Vicente Núñez, y Ancha. En 1996 fue rotulado con la nomenclatura de calle Cronistas de Aguilar.
NOMENCLATURAS
CAMINO O RONDA DEL CERRO: constituye ésta la denominación más antigua que aparece en la documentación manejada. Con anterioridad al siglo XIX se documenta como camino del cerro Don Fernando, y a partir del citado siglo como camino del Cerro Crespo. Estos datos prueban que el nombre del camino variaba y se adaptaba al otorgado en cada momento al del paraje que atravesaba. Su incorporación al callejero local no se produjo hasta el siglo XIX cuando se levantaron en este entorno varios molinos aceiteros cuyos accesos se habilitaron por dicho camino, siendo el más antiguo el de Rafael Crespo Salcedo:
Remito a VS el documento de la relación nº 64 presentada en esta secretaría Municipal por don Rafael Crespo de haber dado principio a funcionar el día 9 del corriente la otra prensa de palanca de las comunes que posee don Rafael Crespo en el edificio aceitero de su pertenencia al sitio del cerro, cuyo artefacto está construido dentro de su casa habitación del Moralejo Segundo[9].
CALLE CRONISTAS DE AGUILAR: con dicha nomenclatura el Ayuntamiento reconoció públicamente la meritoria labor de recuperación y divulgación de la historia local que realizaron en siglos pasados personas como: Manuel López de Cárdenas; Alonso Muñoz Carmona; Juan de Dios Franco y Areco; Carlos Ramírez de Arellano; Rafael Paniagua Rasero; Rafael Raya; o Antonio Criado Reina[10], de quienes tenemos constancia recogieron -en manuscritos y libros-, retazos del pasado histórico aguilarense. Ellos fueron cronistas de Aguilar, aunque no ostentaron oficialmente dicho nombramiento.
Desde mediados del siglo XX el nombramiento de Cronista de la Ciudad lo otorga el Ayuntamiento a personas que se han distinguido por su labor en pro de la investigación y divulgación de la historia local. El primer aguilarense que ostentó dicha distinción y responsabilidad fue José Varo de Castro, nombrado Cronista en 1961[11]. En 1971 fue nombrado José Palma Varo, quién ostentó este cargo hasta su fallecimiento en 1990[12]. En 1995 la Corporación Municipal nombró a Diego Igeño Luque, quien lo ostenta en la actualidad.
[1] AHPC. Oficio 4 Andrés Antonio de Varo Ortiz 1732, Sig. 6624.
[2] AMA. Catastro de Ensenada – seglares, Leg. 397.
[3] Ibidem. – eclesiásticos, Leg. 402.
[4] AMA. Acta Capitular 9 junio 1847, Leg. 129.
[5] Ibidem. 12 noviembre 1856, Leg. 130.
[6] AMA. Padrón de Riqueza Urbana 1858, Leg. 482.
[7] AMA. Acta Capitular 17 enero 1867, Leg. 132.
[8]AMA. Cuentas de Propios 1976, Leg. 323.
[9] AMA. Padrón de Molinos Aceiteros 1858- 1859, Leg. 482.
[10] Antonio Criado Reina fue concejal del Ayuntamieto en 1884 y consta en las Actas Capitulares de ese año que escribió una historia de Aguilar que fue entregada al Archivo Municipal.
[11] MAESTRE BALLESTEROS, Antonio. IGEÑO LUQUE, Diego. Callejero de la Tercera Fase del Cerro Crespo. p, 26. Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera.
[12] PALMA VARO, José. Apuntes para …, p. 9.