El año hidrológico comienza con los pantanos al 28,44% y una necesidad imperiosa de lluvia

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Los embalses de Córdoba se secan. Los pantanos que abastecen a la provincia se encuentran al 28,44% de su capacidad. Hace solo un año los embalsases superaban el 46% de la capacidad de agua almacenada. Y ya entonces, se encontraban más de diez puntos por debajo de la media de la última década. Estos porcentajes dan idea de la necesidad imperiosa de que se produzcan sustanciales precipitaciones que mejoren las reservas.

Los 11 pantanos más importantes que abastecen a la provincia se encuentran todos por debajo del 50%. Especialmente llamativo es el de Iznájar, el mayor emblase de la provincia y uno de los más importantes de Andalucía y cuya reserva sigue bajando: ya se encuentra al 24,06% de su capacidad. Lo mismo ocurre con La Breña II, al 23,33% o el de Navallana (45,9%).

 En la sequía de finales de principios de siglo, Iznájar tuvo que suspender el suministro de agua potable después de que se detectaran altos niveles de terbutilazina, un fertilizante usado en los olivares. La causa fue que a menos agua más concentración de este abono. Ahora, el problema podría repetirse. El fertilizante no ha desaparecido y habrá que tomar medidas extraordinarias para evitar que con este dramático descenso del nivel del pantano se vuelva a repetir el problema.

Los preocupantes datos coinciden con los oficiales de la AEMet correspondientes al mes de septiembre en Córdoba Aeropuerto y que, tal y como avanzó ayer el Colectivo Meteofreak, sirven para concluir que ha sido el mes de septiembre más seco desde 1970. En aquel mes de ese año, al igual que en 2017, no se registró lluvia.

Los embalses de la provincia entran ya en situación crítica y el otoño, habitualmente una estación para abastecerse, no parece que vaya a llenar las reservas. De esta forma, sigue la preocupante tendencia que ya se registró en el verano de 2016 cuando, por primera vez en siete años, los pantanos bajaron por debajo del 50% de su capacidad.

En 2009 hubo un cambio de ciclo, tras varios años de sequía, y abundaron las lluvias en otoño, invierno y primavera. En 2016, tras un anterior año hidrológico donde llovió poco en otoño y algo más de la media en primavera, los embalses comenzaron a bajar rápidamente, aunque lejos aún de las temidas restricciones. Ahora, por debajo del 30% de su capacidad, las cosas ya podrían haber cambiado.

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