Aguilar es la victima, una vez más.

13-05-01-AGUILAR-DE-LA-FRONTERA

Quien conoce los entresijos de lo que está ocurriendo entre los socialistas de Aguilar sabe que lo sucedido ayer con la “renuncia” de Francisco Juan a la alcaldía era una noticia esperada desde hace muchos meses: las traiciones tienen vencedores y vencidos. Está acreditado, porque lo han narrado los propios concejales del PSOE, que la amistad original que dio pie a que María José Ayuso fuese la segunda en la lista con Francisco Juan, feneció muy pronto, y los dos amigos inseparables se volvieron inconciliables.

Por obra y gracia del cargo político se alimenta el ego de las personas y el afán de notoriedad o del ansia de poder, tan humano, tan lamentable y tan frecuente en el común de los mortales, que es capaz de corromper hasta los vínculos más sagrados. Por ahí van los tiros en la trama de este culebrón, y también – para qué engañarnos- en el dicho de “poderoso caballero don dinero”, que todo lo puede y todo lo pervierte.

Quien haya seguido con perspicacia lo que ocurría en la sede socialista del Llano de la Cruz, con anterioridad incluso a las últimas elecciones municipales, sabe perfectamente que la abdicación del alcalde es la consecuencia directa de lo acaecido entre Francisco Juan y el poder establecido del PSOE en Aguilar:  de aquellos polvos estos lodos.

Francisco Juan está purgando sus propios errores y también sus osadías, ya que desafiar a la cúpula  del PSOE local se paga muy caro. Y si no que le pregunten a algunos  exdirigentes socialistas, por todos conocidos. La condición política es así de mezquina, capaz de aniquilar al enemigo con estériles y sórdidas guerras que frecuentemente ni siquiera sitúan en primera línea a los contrincantes. Francisco Juan ha perdido la batalla y se bate en retirada dejando manos libres a quien es el verdadero poder fáctico del PSOE, facilitando que el ganador coloque, como ha hecho ya, a los generales que han de guardarle las espaldas y el sitio.

Como en cualquier batalla que se precie, la rendición tiene un precio. Francisco Juan ha negociado su salida del campo de tiro con la única arma que podía enarbolar -el acta de concejal- que le garantiza seguir cobrando la suculenta paga de diputado. Ya se conoce el dicho: las penas con pan son menos penas, y en este caso la derrota política de Francisco Juan  le ha sido menos dolorosa porque ha quedado a buen recaudo su bolsillo. En el fondo toda esta contienda, tristemente, viene a cuento de eso: el poder y el dinero.

Toda derrota conlleva una humillación. Y ese coste sí se lo han cobrado a Francisco Juan. Aunque haya salvado el escaño en el Salón de Plenos dentro del grupo socialista,  ahora será mandado por quien él mando, y advertirá con certeza la inquina de que goza entre sus “compañeros”.  Será concejal sin cargos, para mayor inri. Él quería la concejalía de Cultura y se la han negado. Así tendrá que tragar hasta mayo del 2019. En el pecado lleva la penitencia y la afrenta en el sueldo que va a cobrar en la Diputación, dicen algunos de sus antiguos servidores.

El seducido y traicionado pueblo de Aguilar ha sido nuevamente la víctima colateral de las reyertas internas de los socialistas. Aguilar es el verdadero vencido en esta guerra sin cuartel del PSOE. Lo que realmente  han traicionado toda esta gente es la confianza que el pueblo depositó en ellos, habiendo demostrado tener más empeño en defender un puñado de monedas o un cargo, que el futuro de los aguilarenses. Y ahora vas y los votas otra vez.

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