La tarde se engalanó de sol y de destellos celestes que llenaban al contraluz la plazuela del Carmen. El tañer de las campanas anunciaba que había llegado el esperado momento para que todo comenzase. La Virgen salió como en noche de Miércoles Santo y con el gozo de una jornada memorable. Un cuarto de siglo de historia, de devoción cobijada bajo un palio blanco custodiado por doce varales.
Largo recorrido para una procesión que se fue colmando de momentos inolvidables, de emociones contenidas y de gratitudes colectivas y personales. Momentos para la historia de una Cofradía que llegó para quedarse y que ha cumplido 25 años caminando por nuestras calles. Hermosa Paz en la noche oscura y en la claridad de la tarde cuando su dulce mirada es más dulce, si cabe, porque le arrebola sus mejillas la fresca brisa que se cuela por las esquinas del Carmen. Arropada por sus cofrades y devotos la Virgen traspasó la madrugada entre plegarias de música y chacotás llenas de arte. Entró como salió, con la candelería encendida y con el izquierdo por delante poniendo el broche de oro a una noche imborrable.