De unas previsiones que anunciaban solo algunos meses para reponer las perinolas que se quitaron de la Torre en su última restauración ha tenido que transcurrir más de un año para que el popular monumento luzca estos elementos arquitectónicos que sin duda lo engalanan y embellecen. Bien está lo que bien acaba, que dice el dicho, y bien ha quedado nuestra Torre con estos complementos ornamentales que, aunque no son originarios, ya que se colocaron en los años ochenta durante la primera restauración integral a que se sometió, qué duda cabe que están totalmente integrados en el mismo y le otorgan una considerable mejora estética.
Ha sido un taller cerámico de La Rambla el que ha hecho la reproducción exacta de las antiguas perinolas que se encontraban bastante deterioradas y con peligro de desprendimiento, lo que aconsejó su sustitución por otras nuevas iguales a las existentes, habiendo sido colocadas recientemente en las cuatro columnas que le sirven de asiento.
Colocadas la perinolas ya solo queda, para que de verdad se concluya esta obra, un año después de su terminación, que se le coloquen las tirantas a la baranda de protección que se instaló en la parte de la base de la Torre que se encuentra a un gran altura con respecto de la acera, elemento sin el que dicha protección carece de sentido.