Era mañana del Viernes Santo, de finales de la década de 1970, y el cortejo nazareno subía por la calle Moralejo Primero camino de la Plaza de San José. El trono de Jesús se acercaba al convento de las Carmelitas, uno de los monumentos religiosos más emblemáticos del pueblo, y en su entorno se pone de relieve ya los primeros atentados al patrimonio que se estaban perpetrando en ese tiempo con el derribo de las casas señoriales para levantar, en sus amplios solares, los modernos bloques de pisos.
Como reflejo de la época, este documento gráfico inmortaliza otro de los edificios singulares y patrimoniales del pueblo que acabaría sucumbiendo, pocos años después, a la vorágine especulativa que derribó las mansiones señoriales existentes en el centro urbano. Se trata de la popularmente conocida como “casa del balcón largo”, que acabaría siendo destruida en la década de los años ochenta.
Fueron muchos los dislates urbanísticos y arquitectónicos que dañaron de forma irreversible a un pueblo cuyo patrimonio histórico-artístico sufrió un detrimento inconmensurable en esas décadas, y que aún hoy sigue estando acosado y amenazado.