El último día de las vísperas es ya Semana Santa en Aguilar. Así lo corrobora cada año esa multitud que llena a rebosar la Cuesta para asistir al ritual de iniciación de unas vivencias que abren el corazón a los sentimientos y emociones que colmaran el alma de los cofrades a medida que transcurran los días tan ansiados. Concluye la larga espera de un año y nada más comenzar a vivir lo soñado ya sentimos la añoranza que nos producirá el que todo concluya el Domingo de Resurrección.
El Viernes de Dolores nos trae el milagro anual de hacer que el tiempo se detenga en una imagen que se repite todos los años y que siempre es distinta. Una imagen que sintetiza los sentimientos que afloran en los aguilarenes al ver al Nazareno encumbrado en la cima de la Cuesta de la Parroquia para impartir la Bendición. El pueblo asiste expectante a ese momento donde la devoción nazarena se revalida por los siglos de los siglos y en ella sustentamos la celebración de nuestra Semana Santa.
Rito y costumbre en un día en el que desde hace ya más de tres décadas el mundo cofrade y el flamenco – arte y sentimiento- se dan la mano para poner el broche de oro al tiempo de espera. Cuando Jesús vuelve a su capilla tras la Bendición, el recoleto recinto de la Peña Flamenca “Curro Malena” se convierte en el templo del arte, el oratorio donde el rezo se hace cante para pregonar la Pasión de Cristo. Versos hechos plegarias en las gargantas desgarradas de los cantaores y prosa llena del sentimiento que impregna las palabras el pregonero que nos convoca a vivir con fe y devoción la Pasión, Muerte y Resurrección del que anduvo sobre las aguas del lago Tiberiades.
El Pregón Flamenco lo dijo en el Viernes de Dolores del 2019 Manuel Castro Aguilar –Tablada, que estuvo arropado por un elenco de aficionados que interpretaron las tradicionales saetas que otorgan a las últimas vísperas de la Semana Santa de Aguilar una gran peculiaridad.