Rápido, casi sin frotar, están llegando los acuerdos entre el PP, Ciudadanos y Vox. Blanqueamiento a la altura del mejor detergente. Jabón y plancha, después de que Pablo Casado o Manuel Valls definieran al partido de Abascal como «de extrema derecha». Y no es simplemente cuestión de términos, porque están vistiendo con los galones del poder a una formación de discurso ultra, retrógrado y excluyente: en violencia de género, el aborto, los homosexuales, los inmigrantes o las víctimas de la dictadura.
Pactos de PP, Ciudadanos y Vox. En Madrid, Andalucía, Murcia… Habrá más. Como en Castilla y León, donde varias alcaldías dependen de la extrema derecha. Y todo mientras el partido de Rivera intenta que parezca que no está ocurriendo. Lavado y listo. Miren los presupuestos de Andalucía, donde Abascal ha presionado hasta última hora desde Madrid, para que PP y Ciudadanos saquen adelante las cuentas con las materias fetiche del detergente ultra concentrado.
Vox, que dice que «las mujeres tienen derecho a cortarse el pelo, pero no a abortar», ha metido «asesoramiento a embarazadas» en las cuentas andaluzas. El partido de Abascal, que pedía «derogar la ley de violencia de género por injusta», logra que en el presupuesto de Andalucía sea «violencia intrafamiliar en sentido amplio». Por supuesto, han plasmado medidas en inmigración o memoria histórica, que ahora es «democrática». Después de haberles oído hablar de deportaciones, levantamiento de muros o de que Franco no fue un dictador.
PP y Ciudadanos con un partido como Vox, que dice que hay «feminazis» y que «la Guerra Civil la provocó el PSOE». Lavado tras lavado, pero sigue oliendo a rancio. Es la extrema derecha (en palabras hasta del líder popular) a la que no le duelen prendas en celebrar los resultados electorales con un lema franquista: «Ya hemos pasao». Esto es lo que está ocurriendo en España, ante los ojos de Europa. Los partidos de Rivera y Casado centrifugan con Vox y aspiran a seguir luciendo palmito con el centro derecha europeo del nuevo siglo.
Mientras Vox amenaza a los organizadores de las fiestas del Orgullo Gay, negocia con el PP y Ciudadanos. Rivera se esfuerza en hacernos creer que no es lo que parece, a la vez que el partido de Abascal saca pecho, porque son «la derecha sin complejos». Ni «veleta», ni «derechita cobarde». Que parezca limpio como una patena. Por algo se empieza la prometida «reconquista». Quien pensó que Vox había quedado en una anécdota o en el fondo del armario se equivocó. Su discurso luce ya en nuestro día a día, ahora con socios y pagado con dinero público.
A mano y a toda máquina. Parece que la regeneración era esto. Cuando aquel presidente de banco, que estaba harto de tanto frotar, confesó que necesitábamos «un Podemos de derechas», quién nos iba a decir que la suma de PP, Ciudadanos y Vox saldría un día de la lavandería. Llega la nueva temporada de moda verano para lucir «el descubrimiento de América», porque «sigue pesando la denominada leyenda negra» (presupuesto andaluz dixit). Pues nada, del negro al blanco, nada como un buen detergente ultra concentrado.
Jesús Cíntora.