Un paseo sin prisas por el yacimiento del Castillo, en una noche terminal del mes de agosto del 2019, permitió a las doscientas personas que se dieron cita en el novedoso evento cultural y turístico el redescubrir entre las vetustas piedras de la derruida fortaleza de Aguilar algunas cosas de los hombres preclaros que la habitaron y la historia de sus aconteceres.
Con la tranquilidad y el sosiego que otorga la noche, fue un gozo rememorar algunos hechos épicos que acontecieron entre las almenas y el baluarte que defendían al rememorado Castillo de Luna que corona el cerro de asiento de la vieja Ipagro. Sus arcaicas ruinas fue el asombro para quienes, bajo un estrellado firmamento y atendiendo a las magnificas descripciones de las guías, supieron y conocieron de los linajes que tutelaron estas tierra y su monumental Castillo, así como de las leyendas que se protegen del olvido en estas centenarias piedras y que ciertamente hacen meditar.
Llevados por los relatos que marcaron el desarrollo de la visita, fue una noche donde la imaginación trató de revivir la historia de aquellos héroes que consumaron mil batallas de guerra y de adhesiones y traiciones a reyes y nobles. Y entre todos ellos el bravo Alonso de Aguilar que dio al Castillo de Poley la gloria y el esplendor de ser una de las fortificaciones más importantes del recién principiado reino de España.
Fue una noche en la que la memoria de las gestas que protagonizó el Fernández de Córdoba, hasta su muerte en sierra Bermeja, nos regresó a los campos de batalla y avivó el recuerdo de aquellos valientes jinetes que siguen cabalgando y batallando para que el olvido no los borre de la historia. Y no hay mejor arma para ganar esa cruzada que recordar las efemérides pasadas con actividades como la que acogió ayer el importantísimo yacimiento arqueológico de Aguilar.
De la ofensiva de ayer salieron victoriosas las concejalías de Turismo y Cultura, como organizadoras del evento, y por el heroico triunfo de poder contemplar iluminadas las piedras que custodian nuestro pasado y son el cimiento de nuestro presente. En la oscuridad de la noche la luz hizo que las muy nobles y muy leales murallas del Castillo que defendió el guerrillero Andalusí Omar ben Hafsún brillasen con el magnificencia con que lo hicieron hace 1.100 años.
