Como cada 8 de septiembre, la imagen de la patrona de Aguilar dejaba ayer la naves del templo parroquial para adentrarse en las calles principales del pueblo en la tradicional procesión con que se conmemora su Festividad. Se ha puesto fin así a los cultos que se le dedica anualmente, y que en esta ocasión han estado marcados por el deseo que tiene su cofradía de que la imagen reciba la distinción de la Coronación Canónica.
En una tarde-noche marcada por la incertidumbre que provocaba el atormentado cielo con que se despidió el día, el sentimiento religioso de cofrades y devotos se hizo patente en el especial gozo que representa para ellos la celebración del día de la Virgen del Soterraño, icono que trasciende el tiempo y recuerda la trayectoria de una devoción que cuenta con más de quinientos años de historia.
El olor de los nardos septembrinos fue, un año más, el emblema de una procesión y advocación mariana que, sin grandes fastuosidades, se mantiene ininterrumpidamente en el acervo devocional del pueblo, aunque nunca haya concitado grandes apegos. Desde el año 1611, cuenta la tradición, que la antigua Virgen de Belén, que recibía culto en la desaparecida ermita de San Sebastián, se puso bajo la advocación de Santa María del Soterraño y fue proclamada patrona de la localidad. Los datos históricos señalan que a finales del siglo XVI ya se intitulaba la Parroquia Mayor de Aguilar como Santa María de Soterraña, por lo que aun son muchas las incógnitas históricas que conciernen a esta imagen y su culto.