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Cuarenta años, cuatro décadas de Romería en honor de la Virgen de los Remedios se conmemorarían en la jornada de mañana sábado si la pandemia que sufrimos no hubiese provocado su suspensión. Desde junio de 1980 la popular fiesta se ha venido desarrollando de forma ininterrumpida hasta este año, en el que la emergencia sanitaria ha aconsejado que sea suspendida ante la aglomeración  de personas que se produce durante el camino de ida y vuelta, así como en los actos a desarrollar en el Santuario.

Para evocar  aquellos primeros años de camino hasta la Fuente de Don Marcelo hemos seleccionado esta añeja fotografía, en la que podemos recrearnos con,la bella perspectiva tomada en la calle Vicente Núñez cuando subía por ella la carreta que porta a la Virgen. Delante, con chaquetilla blanca, se identifica al mayordomo, Paco Romero, fallecido recientemente, persona clave en la creación y consolidación de esta tradición.

En  esos primeros años de Romería la Virgen se presentaba con la iconografía de la Divina Pastora de la Almas, siguiendo el modelo originario de esta advocación. La devoción a la Divina Pastora de las Almas tiene su origen en el siglo XVIII en el convento capuchino de las Santas Justa y Rufina de Sevilla, España. El 24 de junio de 1703 el fraile Isidoro de Sevilla tuvo una visión de la Virgen vestida de pastora rodeada de ovejas, que le reveló la devoción a la Divina Pastora de las Almas. Le pidió al pintor Alonso Miguel de Tovar un cuadro con la imagen de la Divina Pastora con la siguiente descripción:

En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas de blanco pellico, ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el contorno de su cuerpo, y hacia el derecho, en las espaldas, llevará el sombrero pastoril, y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá unas rosas y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge hacia su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del avemaría con que la veneran. En lontananza se verá una oveja extraviada y perseguida por el lobo –el enemigo emergente de una cueva con afán de devorarla, pero pronuncia el avemaría, expresado por un rótulo en su boca, demandando auxilio; y aparecerá el arcángel San Miguel, bajando del Cielo, con el escudo protector y la flecha, que ha de hundir en el testuz del lobo maldito

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