Un halo de romanticismo envuelve a esta bella instantánea en blanco y negro, coloreada, que se tomó hace aproximadamente un siglo en el paraje de la Fuente Nueva, en la dieciochesca calle Ancha. La arquitectura popular de las casas, con fachadas encaladas y tejas moras, la joven arboleda vigorizada por el verdor de sus hojas, la monumentalidad de la torre sur de la fuente con sus caños, el costumbrismo que transmite la imagen de las cabras, el mulo con las aguaderas y las vecinas asomadas a las puertas en concurridas tertulias, otorgan a la escena una teatralidad propia de los lienzos de los mejores pintores decimonónicos.

Imágenes Vividas (751)
En la década de los setenta y ochenta, la chiquillería era totalmente diferente a la actual, como no podía ser de otra manera. Eran los años en los que los