Las restricciones impuestas por el contexto sanitario en el que nos encontramos están afectando sobremanera al calendario de ferias y fiestas, en todo lo que va del 2020. Salvado el Carnaval, se han ido suprimiendo las demás celebraciones, una tras otra, en una dinámica que parece no tener punto final en el horizonte más cercano. Se suspendió la Semana Santa, Romería y Feria Real, eventos festivos más importantes del año, y todo indica que nada más va acontecer en los próximos meses.
No ha habido procesión de la Patrona, ni tampoco de la Antigua, que culmina hoy sus cultos anuales sin verbena ni salida. Se aproximan las dos ferias otoñales, San Miguel y La Rosa, y mucho tiene que cambiar la situación epidemiológica para que la calle San Cristóbal o el Llano de la Cruz acojan alguna actividad o atracción ferial.
Si se mantiene las limitaciones en espacio públicos, incluso parece inviable la celebración de la popular “subasta de gallos”, al menos en las formas tradicionales que se celebraba. No obstante, me imagino que la cofradía podría plantear una alternativa que fuese factible para, cumpliendo con la normativa, poder efectuarla.
La perspectiva fotográfica del altar de Nuestra Señora de la Antigua montado para los cultos de la festividad del Dulce Nombre de María, nos remite a los lejanos tiempos en los que la Feria Real de Aguilar se celebraba en estas fechas septembrinas, además de situarnos en la cruda realidad, jamás sospechada, de que nuestra generación pudiese vivir una epidemia parecida a aquellas en las que, los Regidores del Cabildo, imploraron la intercesión de esta imagen para librar al pueblo de contagios y pestilencias.