La cofradía de la Semana Santa Chiquita vivió en la jornada de ayer un hito histórico, ya que, tras haber sido erigida por el Obispado como hermandad penitencial recientemente, presentó en la iglesia del Hospital, donde tiene su residencia canónica, a la imagen titular, Nuestra Señora de los Dolores y Salud, tras el proceso de restauración al que ha sido sometida por el imaginero sevillano Ángel Luis González Tejera.
De este modo se restituye al culto cofrade una antigua y venerada imagen, que contó con hermandad propia, tal como recoge el escribano Franco Areco en su Historia de Aguilar, escrita entre los años 1849-1856, donde se refiere a esta efigie en los siguientes términos:
[…] La de Nuestra Señora de los Dolores, en el Hospital, costea un septenario y procesión de mujeres la tarde de la Dominica de Palmas, aunque esto no perpetuamente, por cuanto lo devotos a que se ha reducido la cofradía son muy pocos. Pero, con todo, los domingos segundos de cada mes, se le reza a la Virgen su corona, se practican otros ejercicios espirituales, se saca la procesión claustral, y se publica y aplica una indulgencia plenaria. Promovieronla los particulares devotos Don Joaquín Noveli, escribano de este número, y su mujer, Doña Paula Hinestrosa.
Eruditos locales, como el montillano Antonio Luis Jiménez Barranco, estudioso de la obra de las hermanas Cueto, atribuye la autoría de esta imagen a dichas artistas por los caracteres estilísticos que presenta, muy similares a los de otras esculturas conocidas de dichas artistas del siglo XVIII. También se avala esta hipótesis desde el conocimiento de las numerosas obras que se conservan en nuestro pueblo, provenientes del taller montillano de estas dos virtuosas imagineras.
De ellas se conoce datos biográficos como el de que María Feliz Cueto y su hermana Luciana, nacidas el 17 de mayo de 1691 y el 8 de enero de 1694 respectivamente, fueron hijas del tallista y artesano Jorge Cueto y Figueroa, y de Inés María Pantoja y Enríquez de Arana. Ambas colaboran en el taller de su padre hasta que éste fallece en 1722. Tras esto, se hacen cargo del taller y lo trasladan desde la calle Enfermería hasta la calle Alta y Baja, cerca del conocido Rincón de las beatas. Sus obras, dentro del barroco imperante, tenían un estilo propio. Utilizaban varios métodos como la talla de la madera y el modelado del barro cocido. Destacaban en la policromía y el posterior esmaltado para proteger las imágenes. Estaban dotadas de dulzura y espiritualidad. Pronto comenzaron a ser conocidas como “Las Cuetas”, concentrándose la mayor parte de su producción artística en Montilla. No obstante, también les salieron encargos de otras localidades cordobesas como Aguilar de la Frontera, La Rambla y Moriles.