Aremehisa espera hallar los restos de entre 70 y 80 personas en una de las fosas del cementerio de Aguilar

La asociación para la recuperación de la memoria histórica Aremehisa ha iniciado esta semana los trabajos de localización y exhumación de los restos óseos de las personas fusiladas en Aguilar de la Frontera durante la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista. Rafael Espino, presidente de la asociación, explica que en esta campaña tienen previsto abrir varias fosas, si bien han comenzado por la más pequeña, donde se cree que podría haber entre 70 y 80 cuerpos. «Para llegar hasta aquí es una labor titánica, de años», la que se ha debido realizar, afirma.

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El permiso lo solicitaron a la Junta de Andalucía el pasado 12 de marzo y llegó el 27 de mayo, paso imprescindible para poder retomar unos trabajos que han estado paralizados durante casi una década. La documentación técnica era previa, por las intervenciones realizadas en los años 2010, 2011 y 2012, aunque desde el 2008 ya estaban trabajando en el cementerio. De esta forma, estudiaron dos surcos con georradar y se realizó una intervención en el 2011 en dos fases. Espino apuntaba que son 13 años los que llevan trabajando en este cementerio recopilando información.

Los trabajos recién iniciados están dirigidos por Virginia Barea Pareja y financiados por el Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España, la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias) mediante una subvención del Ayuntamiento con unos 6.000 euros; la Diputación de Córdoba con 2.000 euros para la localización y el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera con una colaboración propia de unos 5.000 euros. En total, la intervención que se lleva a cabo con un presupuesto de más de 28.000 euros. Rafael Espino considera que sin el apoyo de las instituciones esta sería «una labor inabordable» y hace hincapié en el apoyo que estas suponen actualmente para llevar a cabo la actuación. Espino añade también que «sin la colaboración del Ayuntamiento de Aguilar no sería posible».

El expediente de un miembro de la División Azul muerto en Rusia

Además, apunta que sus intervenciones carecen de «simbología política o religiosa» y afirma que «es una asociación de familiares y nos dedicamos a buscar a cualquier persona». De hecho, en estos momentos están tramitando un expediente de un divisionario de la División Azul de Aguilar muerto en Rusia para su repatriación.

Las tareas se han iniciado delimitando el sondeo para, posteriormente, actuar de forma mecanizada y más tarde de forma manual, una labor que se extenderá durante dos meses y tras la que se dejará testimonio pericial. El presidente de la asociación indicaba que abrirían algunas de las fosas que, por su volumen o capacidad, «creemos que pueden ser las más idóneas para albergar el contenido de los cuerpos entre 75 y 80 personas». La asociación va a abrir un primer sondeo donde se detectaron, en el año 2010, hasta 8 fosas de grandes dimensiones y dos más pequeñas. La más pequeña tendría 8 metros de largo por 1,20 de ancho que pueden contener hasta 80 cuerpos. Y las de grandes dimensiones, que estaban abiertas en el 36, podrían tener una capacidad para 200 personas.

Sin saber en cuál de ellas se encuentran los represaliados, la asociación sondeará la fosa pequeña «para descartar que puedan estar todos juntos ahí», mientras que en las grandes se dificultaría la tarea al darse la posibilidad de estar con otras personas. El sondeo se centrará en las fosas que ya tenían localizadas por GPS, para verlas físicamente e intervenir en ellas, ver su contenido, sumar los cuerpos y, en el siguiente paso, un antropólogo se encargará de estudiar si esos cuerpos son represaliados o no. Según apuntaba, se completaría el número de personas en el listado que la represión ejercía en este cementerio. Por otra parte, resalta el testimonio visual de Manuela Molina Castro, que «fue quien nos trajo a este entorno», ya que «identificó a algunas personas y detalló cómo los mataban dentro de la fosa» desde un cerro colindante. Este testimonio de Manuela Castro, que falleció hace unos años, «ha sido fundamental».

El cementerio de Aguilar fue inaugurado en 1929 y Espino añade que desde el primer día tras su apertura ya «se utilizaba el enterramiento en fosa común». Rafael Espino anota que «se utilizaba ese método de enterramiento hasta la década de los 70». Asimismo, hace un conteo en el que podría haber, en total, unas 2.300 personas enterradas en esta zona, más conocida como fosa común zona 5. Aunque a partir del año 37, aproximadamente, comienza a enterrarse con una chapa de plomo marcada con un número.

El presidente de Aremehisa explica cómo a partir de esa época se dividen en otros espacios cercanos, utilizados para fosas comunes y en la esquina derecha del cementerio se instalaba el cementerio civil, desde su misma inauguración como cementerio municipal. Según sus investigaciones, había unas 700 personas muertas al año, de las que «el 70% iban a parar a la fosa común». Un enterramiento normal en Aguilar, desde los años 30 a los 40, «podría costar, aproximadamente, unas 300 pesetas, cuando el jornal diario era de 6 o 7 pesetas».

Antes de que finalice el año, Aremehisa llevará a cabo otras actuaciones de búsqueda en Monturque, Montilla, San Sebastián de los Ballesteros, donde se encuentra una mujer que era de Aguilar; Cabra, Peñarroya y Puente Genil. Casi «en ningún cementerio se le ha prestado a la fosa común la atención moral que requieren» y «los familiares no tenían ni referencia de que estaban aquí».

Diario Córdoba. Gema Albornoz.

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