
No es nada exagerado admitir que lo de sensibilizar a los agricultores del deber que tienen y tenemos todos de preservar los caminos públicos está muy bien como idealización de una sociedad más comprometida, pero la realidad se da de bruces con los hechos y esa supuesta buena voluntad o civismo que deberíamos ejercer no se constata en nuestro pueblo. Por el contrario, si nos damos una vuelta por estos caminos vamos a encontrar la huella del agricultor desaprensivo que levanta las calzadas con los arados, vierte en ellos toda clase de forrajes, obstruyen las cunetas, los invade sembrando olivos, almendros o viñas, cuando no los corta directamente al paso, etc. Y generalmente estos asuntos se cubren de un velo interrogativo que mantiene en la más oscura de las inquietudes la entidad de quienes cometen estos destrozos.
Es este un tema reiterado desde hace muchos años y todas las medidas que se prevén tomar son el cuento de nunca acabar, pues nos encontramos en un callejón sin salida e incluso provocador de desavenencias entre algunas personas que porfían a la conciencia de los agricultores el método correcto para solucionar esta problemática y llegan a considerar una decisión arbitraria el hecho de tomar medidas coercitivas para castigar estas actitudes punibles.
Es este un mal que afecta casi por igual a todos los pueblos de la comarca. Un problema para el que los ayuntamientos no encuentran solución ante la falta de recursos y, sobre todo, de competencias. Por eso, desde hace tiempo se viene madurando la idea planteada por ayuntamientos como el de Aguilar, de que sea la Mancomunidad Campiña Sur la que habilite un servicio supramunicipal de guardería de caminos.
Todo esto viene a cuento porque en las últimas semanas han denunciado en el ayuntamiento los lamentables episodios producidos por labradores en caminos que se están restaurando y recuperando y otros en los que se tiene previsto actuar en fechas próximas. Infracciones claras contra la ordenanza de caminos que el Ayuntamiento tiene la obligación de aplicar, pero que le es prácticamente imposible ante la falta de agentes que ejerzan la guardería y tramiten las correspondientes denuncias.
Afortunadamente, y como suele ocurrir en otros ámbitos, son una minoría los desaprensivos que realizan estos atropellos, pero desgraciadamente, como suelen quedar impunes, no hay propósito de enmienda y son residentes cada vez que labran sus fincas. Por ello se hace más necesario que nunca que se estructure la guardería de la Mancomunidad que pueda actuar además en caminos cuyo trazado generalmente pertenece a varios términos municipales.
Antonio Maestre Ballesteros