Cualquier espectador asiduo a las retrasmisiones que los medios locales de TV realizan de los plenos municipales, celebrados de forma ordinaria con carácter mensual, habrá observado cómo a pesar de que el hemiciclo capitular lo ocupan cinco partidos políticos distintos, se evidencia claramente que funcionan al unísono dos grupos, como son el equipo de gobierno, con diez concejales de IU, y el de la oposición que aglutina a los siete ediles que suman los miembros de UPYD, PP, UPOA y PSOE.
Así, dicen que trabajar en equipo nace de la necesidad de tener relaciones con otras personas y de complementarse para lograr retos que no se alcanzarían o necesitarían de un esfuerzo mayor si se realiza individualmente. Según estudios realizados, un grupo de personas se transforma en equipo en la medida que alcanza cohesión. Para ello se han de crear lazos de atracción interpersonal, fijar una serie de normas que dirijan el comportamiento de todos sus miembros, donde la figura de un líder es fundamental, trabajar por el logro de los objetivos comunes y establecer relaciones positivas. La ligazón de un equipo de trabajo se expresa a través del compañerismo y el sentido de pertenencia al grupo que manifiestan sus componentes. Cuanta más afinidad exista, mejor trabajan sus miembros y más productivos serán los resultados de sus acciones.
Todos esos caracteres son fácilmente perceptibles en el actual equipo de gobierno municipal, donde es manifiesto el liderazgo que ejerce la alcaldesa Carmen Flores, y totalmente palpable la ligazón y unidad de las distintas concejalías o delegaciones, patente no solo en la gestión que vienen realizando, sino también en la empatía que trasmiten en los afanes diarios.
Esos signos son evidentes también en la oposición al haber conformado esta un bloque político homogéneo, tanto en las votaciones como en los argumentos esgrimidos para posicionarse en el voto. Se aprecia una gran complementariedad, coordinación y compromiso de los cuatro grupos para confrontar con el gobierno local, por lo que la polarización en los debates se circunscribe claramente a dos posicionamientos: la mayoría absoluta que ostenta IU y la oposición absoluta que ejercen los cuatro partidos restantes.
Es más que evidente que la acción de gobierno la rige la alcaldesa, cuyas capacidades y talento para ejercer tal dinamismo es incuestionable, y esa forma de trabajar basada en la cooperación de un conjunto de personas, en la que todos los participantes aportan conocimientos, forman un todo y son responsables, es la más favorable para alcanzar la meta común que constituye cumplir el programa electoral que presentó IU a las elecciones municipales y fue respaldado mayoritariamente por el pueblo.
Pero esa manera de proceder no es tan cierta si la trasladamos al equipo de oposición, ya que, aunque la proactividad de Antonio Zurera lo convierta en cabecilla indiscutible del aparato opositor, al mismo le falta la fuerza que da los retos políticos compartidos, pues, al menos en teoría, los objetivos de los cuatro partidos de la oposición deberían ser distintos y contrapuestos ideológicamente. Si no es así, es porque el “líder” que los tutela ejerce la persuasión necesaria para capitalizar el supuesto beneficio político que rentaría el mantener el frente común contra IU.
Superado ya el ecuador de la actual legislatura, y ante la fingida uniformidad que muestra el equipo de oposición, no estaría de más que PSOE, PP y UPYD se replanteasen sus estrategias internas y formas de trabajo si quieren mantener al menos el resultado electoral que alcanzaron en el 2017. Si no es así, seguiremos asistiendo a esperpénticos espectáculos motivados por la sin razón de ver a la derecha, la socialdemoracia, la extrema izquierda y el concejal sin ideología de este pueblo fusionados en una oposición articulada en torno a la figura del portavoz de UPOA.