
-¡Pues no, pues no! Y abajo del burro que el burro es mío.
Cuando uno tiene ganas de discutir cualquier razón es buena para atrancarse. Eso es, un poco, lo que viene pasando en Aguilar últimamente.
Cada vez que vamos a algún pueblo vecino nos come la envidia (sana) y volvemos pensando que ¿por qué nosotros no podemos tener lo que tienen ellos? Incluso con pueblos mucho más pequeños que el nuestro, la sensación es la misma. ¿Cuántas veces hemos hablado del tren perdido de la denominación de origen Montilla-Moriles cuando nosotros nos encontramos en todo el centro y en cuestión de calidad y cantidad de tierras estamos a la altura de Montilla y tenemos 8 veces más superficie que Moriles?
Nos quejamos, y con razón, de que en cuanto a historia somos de los pueblos más importantes de la provincia y estamos a la cola de todos.
Pero en los últimos meses, no sé si por la pandemia que nos pone el genio a flor de piel o es que somos así por naturaleza, no cesamos de quejarnos por todo.
Se están haciendo cosas que creo que, lejos de ser criticables, son muy beneficiosas para nuestro pueblo y es, precisamente, lo que llevamos tantos años “envidiando” allá a donde vamos. Se ha hecho una rotonda con un gallo que es toda una obra de arte. Además, obra de un aguilarense. Por supuesto que vale un dinero. No lo sé ni me importa pero estoy segura de que muchísimo menos de lo que hubiera costado hacerlo fuera y, quizás, no tan bien hecho como lo ha hecho Antonio Cecilia.
Ya llevamos varias cosas hechas como el mural de Juan Carlos Aragón, la rotonda de Antonio Sánchez, nuestro químico universal y otras cuantas más. Ahora le ha tocado el turno a la rotonda de Casas Viejas cuyo pecado mortal ha sido quitar el alumbrado de Navidad para poner “un muñeco con la picha fuera”. Dicho muñeco, para el que no lo sepa, es una copia a gran tamaño del efebo encontrado en la viña del “Trueno”(camino de las Minas) en los años 70 que se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba. Representa a un Dios Baco adolescente y es una obra romana de gran valor arqueológico. Pues bien, en un principio se adornó esta rotonda con luces de Navidad, cosa que nunca se había hecho hasta ahora, pero las cosas de las administraciones públicas a veces cogen caminos muy enrevesados y hubo que quitarlas para colocar esta figura antes de que acabase el año. No creo que fuera para perder el sueño. Pues sí, cualquier actuación que se lleva a cabo suscita gran controversia en parte de nuestros vecinos (minoritaria por suerte) que no escatiman en descalificativos y en comentarios desfavorables en el facebook. Que arreglas caminos, tan necesarios y beneficiosos para una población eminentemente agrícola, pues menos caminos y más de otra cosa. Que arreglas las rotondas, menos rotondas y más de otra. Que te gastas dinero en un teatro estando todos de acuerdo en que es muy necesario y sabiendo que si no es así nunca lo vamos a poder tener, también dicen que habría mejores maneras de gastarlo.
Todo tiene un pero. Nada se escapa a los iluminados de nuestro pueblo. Todos somos arquitectos y sabemos de todo. Mi pensamiento, cuando veo cualquier cosa que se hace, es preguntarme si es bueno o malo para la mayoría. Si es bueno lo aplaudo y si es malo lo reprocho. Es fácil. Entiendo que todo a la vez no se puede arreglar y mientras una cosa sea buena contará con mi aplauso. Lo siento por esos que lo ven todo negro pero que sepan que así no vamos a ningún sitio. Menos mal que, por suerte, son voces que predican en el desierto.
Martirio.