Una Semana Santa temprana -el Domingo de Ramos cayó el 27 de marzo-, acogió el hecho histórico de la reposición de la procesión de La Borriquita que hacía años había dejado de salir, tras desaparecer su cofradía con la crisis que asoló al mundo cofrade de la localidad en la década de los años sesenta y primeros de los setenta.
Se pude considerar este momento el punto de arranque de un periodo de auge que se ha prolongado hasta nuestros días, en el transcurso del cual la celebración pasionista de Aguilar ha alcanzado esplendores inusitados, comparables a los que obtuvo durante el periodo barroco.
La plazuela del Carmen se llenó de un bullicio anhelante ante la buena nueva de que el grupo escultórico que talló el imaginero cordobés, Juan Martínez Cerrillo, en 1951, volvía a convertirse en el pórtico glorioso de la Semana Santa de Aguilar y en el revulsivo que anunciaba un nuevo ciclo de expansión y florecimiento de la solemnidades pasionistas en nuestro pueblo.