
Son muchos los lugares del mundo que se han hecho célebres por la espectacularidad que ofrece el contemplar desde ellos las amanecidas o atardeceres del día. Algunos, incluso sufren una masificación de turistas o visitantes que acuden atraídos por la relevancia que les ha otorgado la prensa y medios de comunicación.
Pero, no es estrictamente necesario acudir a esos emplazamientos para poder disfrutar y deleitarse con el espectáculo que ofrece la naturaleza en esos momentos cruciales del día. También desde cualquier lugar de nuestro entorno urbano se puede admirar ese milagro natural que nos ofrece la transición entre la noche y el día mirando hacia el horizonte de la Sierra Subbética.
Así de espectacular recoge ese momento del inicio del nuevo día esta bella fotografía, en la que el sol naciente acaba de traspasar el picacho de Cabra y dibuja los perfiles de las dos torres: La Cadena y Peñón del Moro, que se elevan desafiando a la historia en el cerro del Castillo de Aguilar.
Dicen que vivir estos momentos ayuda a conectarse con la naturaleza y con el mundo en general, alcanzando una sensación de paz y serenidad. También que relaja las tensiones mentales y regenera la mente. Y permite dedicar un rato a “nosotros mismos” durante el que desconectar de voces exteriores y hablar con nuestro “yo” más profundo.
La contemplación de la salida y de la puesta del sol es bueno para la salud tanto física como mental. ¿La primera regla que hay que respetar? Encontrar un lugar privilegiado desde donde mirar el principio y el final del día para disfrutar completamente de la luz que surge y que se esfuma, si puede ser con panoramas mágicos e inolvidables como fondo.