Todo estaba pronosticado, y en esta ocasión la climatología consumó las previsiones y llovió en la noche del Lunes Santo. La Hermandad de la Caridad arriesgó y sufrió la realidad que impone un episodio de lluvias en un cortejo procesional. Aun así, la forma en la que esta cofradía afrontó esa dura situación ha constituido un ejemplo que debe resaltarse.
Después de dos años sin realizar la estación de penitencia y con el anhelo que tenían los cofrades del Cerro de ver hecho realidad el sueño de llevar acompañamiento musical, era muy difícil suspender la salida si no llovía en los momentos previos a la misma. Así lo entendió la junta directiva y asumieron el riesgo.
A pesar de la adversidad meteorológica, cientos de personas se dieron cita en la amplia calzada de la calle Padres Oblatos delante de la iglesia del Beato Nicolás para contemplar la salida, y hubo mucha emoción contenida cuando el Cautivo y la Virgen de la Concepción cruzaron el amplio portalón y sonó por vez primera en la historia de esta hermandad la Marcha Real, marcando así un nuevo tiempo en la cofradía del Cerro Crespo, momento que fue refrendado por una larga ovación de las personas que llenaban las aceras.
Todo el recorrido por el barrio fue enaltecido por las continuas marchas que interpretaba la banda de Estepa y el magistral trabajo que realizó la cuadrilla de costaleros y el equipo de capataces, labor que fue premiada por los cálidos aplausos del público. Así caminó la hermandad hasta la plaza del Carmen, arropada en todo momento por numeroso público en lugares que antaño cruzaba en silencio y sin apenas personas que la contemplase.
Fue a partir del Llano de las Coronadas cuando la lluvia se hizo persistente y comenzó a caer con intensidad, obligando a tener que colocar un gran plástico que cubría todo el paso, con lo que se salvaguardó la integridad de las imágenes. A partir de ahí, el largo regreso al templo se realizó bajo una constante lluvia y con la mayor celeridad que permitía el andar con un cortejo que se mantuvo en todo momento organizado y guardando la serenidad y compostura.
Lo que en otra cofradía hubiese sido una desbandada, como ha ocurrido otros años, en la Caridad fue una motivación más para mantener el orden del que hace gala el cuerpo de nazarenos de esta cofradía todos los años. Los hermanos de la Caridad demostraron al mundo cofrade de Aguilar que, en silencio o con música, con lluvia o sin ella, esta hermandad es un ejemplo a seguir en el compromiso que adquieren sus nazarenos cuando realizan la estación de penitencia.
El temple y serenidad que demostraron en todo momento los cofrades, el hermano mayor y directiva, los capataces y costaleros de la cofradía del Cerro en unas circunstancias tan adversas es digno de alabanza.
Foto: Manoli García Martín.