Los fotógrafos siempre van en busca de la fotografía soñada. Esa fotografía que, en ocasiones, los haga pasar a la historia. Lo que no saben muchos es que la historia es la propia fotografía.
Así se concibe en esta vetusta toma de la procesión de la Custodia discurriendo por la Plaza del Carmen, en los lejanos años veinte del pasado siglo, por lo que puede haber trascurrido casi una centuria desde que un anónimo fotógrafo buscó el encuadre perfecto para perpetuar en el tiempo tan bonita estampa.
Sin oírlo se escucha el “amor de los amores” que debían entonar los acompañantes del populoso cortejo, en el que se distingue los ciriales y palio de respeto, los sacristanes y acólitos andando por la calle cubierta de juncia y romero, los hombres postrados ante el Santísimo y las dos niñas asomadas a la ventana de la señorial casa que fue morada del obispo José Fernández de Toro. Todo un compendio de tipismo que nos retrotrae a un tiempo pasado que permanece inalterable en el papel fotográfico y en el recuerdo de los más viejos.
Desde que vi la fotografía que ilustra este escrito quedé maravillado por la misma. ¡Es historia viva! Historia viva de Aguilar. Del Corpus.