La mágica noche de San Juan está ligada, a raíz de una tradición milenaria, a grandes hogueras, saltos, noches de arena y playa, reuniones de amigos y a decir adiós a todos los malos recuerdos que se tiran en forma de papel al fuego. En Aguilar, esta festividad ha tenido a lo largo del tiempo varias vertientes celebrativas, auspiciadas por los vecinos, como ocurrió con la popular y efímera Veladilla de San Juan que organizaron durante décadas los moradores de la Cuestezuela con la quema de muñecos; promovidas por el ayuntamiento con eventos que también tuvieron como entorno el Cerro del Castillo, y desde hace ya varios años, es la Asociación Puerta del Agua la que protagoniza esta mágica velada con un acto reservado y dedicado a sus socios.
Un evento en el que tiene cabida distintas disciplinas, ya que cuenta con una parte académica, enfocada siempre a la conservación del patrimonio como eje de los fines que dan sentido a esta entidad, y rematada con lo que sería una fiesta popular, en la que se conjuga la música, la comida y el fuego. Además de pasarlo bien, el objetivo es ahuyentar los malos espíritus y atraer la buena suerte cuando se alcanza la medianoche del 23 al 24 de junio.
Este año el lugar de celebración ha sido el Anfiteatro del Castillo, donde unas 120 personas se dieron cita para escuchar la ponencia de Ana Infante de la Torre, el concierto de piano de Antonio López Serrano, el reconocimiento a los socios de honor de la entidad, y, coincidiendo con el 20 aniversario de la muerte del poeta Vicente Núñez, también se recitaron algunas de sus poesías.
La parte más lúdica de la noche se desarrolló en las primeras horas de la madrugada, en las que, además de la quema de las tablillas, se compartió bebida y comida y la tradicional queimada con la que se realiza el conjuro para ahuyentar al mal. De esta forma se recuerda también que se trata de una velada de origen pagano, muy anterior a la religión cristiana. Desde tiempos inmemoriales, la tradición encendía miles de hogueras en la noche del solsticio de verano, el día 21 de junio, para mandar fuerza al sol en su paso hacia los días cada vez más cortos.