Contemplar una fotografía antigua es retrotraernos en el tiempo a épocas pasadas pero que se hacen presentes a través de las imágenes retenidas en el papel. Nadie duda del valor documental de la fotografía como elemento histórico y patrimonial, es decir, su valor como depositaria de información que es imprescindible para los estudios antropológicos. Por eso, puede ayudar a ilustrar parte de la memoria colectiva de un pueblo. Está demás considerar que una imagen del presente, en un futuro podría ayudar a historiadores a entender nuestra sociedad o a reconocer a personas que destacaron en el pasado por su contribución a la sociedad.
Este sería el caso de la que mostramos en esta sección de Imágenes Vividas, donde contemplamos a un grupo de personas, aguilarenses, entre los que se puede identificar sentado a José María Toro Albalá, fundador en 1922 de las bodegas que llevan su nombre. Fue un pequeño agricultor que se caracterizó por elaborar vinos generosos como el fino Eléctrico, nombre que dio la población al asentarse la bodega en una antigua central eléctrica. En la década de 1960 fue su sobrino, Antonio Sánchez, quien se hizo cargo de la bodega, convirtiéndola en un referente a nivel nacional e internacional.