
De los muchos avatares que ha sufrido la imagen de la Patrona de Aguilar a lo largo de su dilatada historia, cabría resaltar que, como ocurrió con la mayoría de las imágenes antiguas -góticas o renacentistas-, sucumbieron a las modas estilísticas posteriores, sobre todo durante el periodo barroco, en el que se les añadieron postizos como: ojos de cristal, pelo natural, vestimentas de tela, etc. Para ello se les dotó de nuevos cuerpos o candeleros que permitían la mejor adecuación de las telas, se suprimieron los cabellos tallados y se alteraron las mascarillas originales para colocar los ojos vidriados.
En este proceso se renovaron también las manos antiguas, ya que éstas sujetaban generalmente la imagen del niño Jesús que casi todas portaban. Muchas de las Vírgenes góticas perdieron también la posición sedente que tenían, apareciendo erguidas para mejor colocar las sayas y mantos de tela que las cubría.
Según las crónicas, podemos deducir que la Virgen del Soterraño sucumbió a este proceso, por el cual se le sustituyó el cuerpo tallado por uno nuevo de candelero, se le cambió la cara (mascarilla), por una nueva con ojos de cristal, pestañas, pelo natural, etc. Así lo refleja la crónica que recoge la Hojilla Parroquial de mediados del siglo XX:
El rostro de la imagen hallada fue sustituido por otro de mayores dimensiones, que tenía ojos de cristal y encarnación natural pero sin arte ni expresión alguna. No consta el año en que hicieron tan lamentable sustitución, pero debió suceder esto a mediado o último del siglo diez y ocho, dado al poco estilo y falta de detalles que se observan en él. El rostro con que fue hallada la Sagrada Imagen de Nuestra Señora lo colocaron en la misma, debajo de la cintura, en la parte de delante, en una cavidad hecha para custodiarlo.
La fórmula empleada, parece ser que no alteró el rostrillo originario, siendo sustituido íntegramente por el nuevo con los ojos de cristal, hecho que permitió conservar el antiguo, tal como indica el apunte, guardado en la misma imagen. No hace referencia este escrito a la imagen del niño Jesús primitivo. Tampoco hace referencia a que fuesen sustituidas las manos de la Virgen. La carencia de datos respecto a estas dos cuestiones, nos induce a creer que la efigie podría haber sufrido ya una alteración anterior, quizás a finales del siglo XVI o principios del XVII, en la que se le colocaron las manos que actualmente tiene, que responden estilísticamente a ese periodo histórico, y que pudo motivar que se le incorporara un niño Jesús nuevo, que sería el que mantenía en el siglo XVIII, tal como atestiguan algunos inventarios de la Parroquia, en los que se constata las vestimentas pertenecientes al Divino Infante de la Virgen del Soterraño. Posteriormente, y en unas fechas que no hemos podido determinar, se suprimió definitivamente la imagen de este niño Jesús.
Desde mediados del siglo XVIII, hasta principios del XX, la Patrona debió presentarse tal como quedó tras la transformación antes relatada, o con alguna restauración de menor enjundia que no está documentada. Conocemos como era por documentos gráficos conservados, fechados en 1911, el rostrillo que portó la Virgen del Soterraño desde mediados del siglo XVIII. También está relatado en el apunte de la Hojilla Parroquial cómo, cuando, y quienes, fueron los protagonistas de la sustitución del rostrillo barroco por el primitivo que custodiaba la imagen en su cuerpo:
…allí estuvo hasta el año 1918 en el que por indicación del licenciado D. Epifanio Jiménez y Serrano. Arcipreste. Rector y cura Propio de esta parroquia y gestión del Presbítero D. Antonio Galisteo Jiménez fue puesto a la imagen de Nuestra Señora el primitivo y verdadero rostro con que fue enterrada y hallada, los cuales aseguran ser el mismo sin haber sufrido alteración, modificación ni restauración ninguna.
Revelado el año 1918 como fecha de recuperación del rostrillo o mascarilla original, y los nombres de los dos curas artífices y promotores de tal hecho, merece destacarse también el que éstos subrayasen, quizás para resaltar el valor arqueológico o histórico de la cuestión, que se trataba del rostrillo original sin haber sido modificado ni restaurado.
Recordando la iconografía originaria de la imagen, en torno a 1930 se realizó esta curiosa fotografía en la que se le colocó, probablemente solo para la captura fotográfica, un niño Jesús, que es el perteneciente a la Virgen del Rosario de la parroquia del Soterraño. Como es conocido en los años noventa la imagen fue restaurada por el imaginero cordobés, Juan Arjona Navarro, quien recuperó el aspecto original del rostro de la imagen, con claros rasgos goticistas, que sitúan su origen a finales del siglo XIV o principios del XV.
Más recientemente, en mayo del pasado año 2021, el obispo de Córdoba bendijo y colocó a la imagen una talla antigua del niño Jesús, con la que se ha querido emular su iconografía originaria, que es la que se va a mantener en el tiempo.
