Martirio.
Apenas hemos apurado las sobras de los dulces de Navidad y ya nos están bombardeando con el Carnaval y, antes que queramos darnos cuenta, empezarán a sonar cornetas y tambores para celebrar la muerte y resurrección del que nació hace unas semanas. Pero este año la Semana Santa viene con polémica. Es vox populi que van a arreglar la calle Moralejo. Desde el Ayuntamiento dicen que van a intentar que las obras estén acabadas en Abril para que las procesiones puedan pasar por su recorrido habitual. Por otro lado, están los anti-todo que no se fían de que los santos puedan hacer su recorrido y, posiblemente, tengan que pasar por la calle Molinos o por la calle la Mata quedándose, así, la calle Moralejo sin santos este año. Se preguntan si no había otras fechas para arreglar esa céntrica calle. “¡No podemos imaginarnos a un Jesús Nazareno sin pasar el Viernes Santo por la calle Arrabal o el llano alto!”, “¿cómo va a hermosear lo mismo un día de Semana Santa en unas calles que en otras?” exclaman los anti-todo.
Por supuesto, todo son conjeturas porque hasta que no llegue Abril no lo sabremos. Pero… ¿y si le damos la vuelta a la moneda? ¿Os imagináis la inmensa alegría que se van a llevar los viejecitos de esas calles cuando toda la Semana Santa, con todo lo que eso conlleva a su alrededor, pase por sus puertas? Esas personas que llevan un montón de años sin ver un santo porque están postradas en una cama o apenas son capaces de asomarse a una ventana. Al fin y al cabo, la Semana Santa lleva cientos de años pasando por la calle Arrabal, el llano alto o la calle Moralejo y porque un año no pase no creo que sea para rasgarnos las vestiduras.
Yo os voy a decir una cosa: dejaos de parches y dejad de criticar lo que no es importante mientras lo que realmente lo es, como puede ser arreglar la calle con todo su alcantarillado, lo criticamos. Y os diría más: yo pediría al Ayuntamiento que lo haga sin prisas. Hay un refrán que dice que no hay mal que por bien no venga y en este tema se cumple perfectamente. Dejemos que esas personas que quizás estén condenados a no volver a ver a Jesús Nazareno, al Caído, a la Expiración y a todos los santos que procesionan por Aguilar, tengan la oportunidad de verlos por última vez en su vida.