Esta mañana temprano, provisto de pinzas y bolsas, me dispuse a recoger los restos de basura presentes en el pinar del castillo, espacio que no hace mucho se limpió gracias al voluntariado medioambiental.
El motivo de escribir estas líneas es para compartir una breve reflexión. Por un lado, la satisfacción que produce cuando uno de los pocos espacios naturales que tenemos en Aguilar se queda limpio y libre de basura, pero por otro lado, la frustración que produce contemplar que en pocos días volverá a llenarse de suciedad.
Creo que, como sociedad moderna, contemplar como estos espacios públicos (zonas verdes, cunetas de carreteras y caminos, etc.) se llenan a diario de suciedad y basura, debería hacernos reflexionar acerca de la falta de educación y del incivismo que acaba originando uno de los problemas ambientales más graves y preocupantes derivados de la actividad humana.
En este contexto, educar en valores ambientales, sobre todo en edades tempranas y en casa, se hace más necesario que nunca. Pequeños gestos por la protección y el cuidado medioambiente sirven de mucho, también para el futuro de esta generación y de las próximas.
Es cierto que queda mucho por hacer, también por las administraciones públicas en lo que respecta a la gestión eficaz y sostenible de los residuos. Asimismo, es necesario un cambio del sistema: el uso excesivo de envases de plástico, los sistemas de usar y tirar, la falta de reciclaje, fomentar el consumismo atroz, etc., son aspectos que ya se están tratando de paliar, pero por ahora, de manera totalmente insuficiente.
Ante esto, tomar conciencia, y poner nuestro granito de arena para que nuestro entorno no enferme aún más también nos puede aportar satisfacción, haciéndonos sentir mejor con nosotros mismos. Todo suma.
Manuel Olmo