
Para un padre y una madre / no hay alegría mayor / que ver hacer a sus hijos / la Primera Comunión». Era a finales de los años cincuenta del siglo pasado cuando Juanito Valderrama ponía voz a las alegrías y penurias de la clase obrera de este país, que en aquella época era la mayoría. Y entre esas alegrías, había una muy especial para la familia, pero sobre todo para los niños: el día de la Primera Comunión.
En 1971, cuando se tomó esta instantánea de un grupo de comulgantes en la parroquia del Carmen, mantenía aún la popularidad la célebre canción y la dictadura franquista iniciaba el declive que le llevaría a su final con la muerte del dictador. Y las primeras comuniones, que mayo tras mayo siguen anunciando la llegada del verano y la antesala de la pubertad, adquirieron el rango de acto social de las familias que tienen hoy.