Cuando paso por el Cerro Crespo me llama siempre la atención la presencia que tiene en esta zona del pueblo los árboles. Puede ser este uno de los barrios con mayor arboleda en sus calles, parques y colegios, y también el que ofrece una variedad más amplia de especies, muchas de ellas desconocidas.
Y no deja de sorprenderme la belleza que alcanza algunas variedades en su floración, hasta el punto de que me alegran la vista y el ánimo, y por eso acudo muchas veces a este lugar. En estas fechas enfatizan su belleza los que forman la hilera en el acerado del Parque Miguel Hernández, cuya contemplación constituye una experiencia personal no única, pero, en cualquier caso, esclarecedora de lo que significan o deberían significar los árboles.
El que mostramos en la fotografía responde al nombre común de Brachichiton rosa, y es tal su hermosura, que debería hacernos comprender que sin salvar a los árboles ni al bosque, en su conjunto, sin erradicar lo que tanto desarraiga resulta por completo inviable nuestro porvenir. Dejemos que se nos instale la idea de que los árboles apuntalan, con su escultural entereza, la casi totalidad de los ciclos y de los procesos esenciales para que la vida encuentre oportunidades suficientes en este mundo.